“La reelección o la prolongación del período presidencial POR CUALQUIER MEDIO, son punibles de conformidad con la ley. El mandato que se pretenda ejercer será nulo.” (Artículo 187 de la Constitución Política de la República de Guatemala, mayúsculas propias).
“La ley no tiene efecto RETROACTIVO salvo en materia penal cuando favorece al reo” (Artículo 15 de la Constitución Política de la República de Guatemala, mayúsculas propias).
“SERÁ SANCIONADO CON PRISIÓN DE TRES A DIEZ AÑOS: 3. QUIEN MEDIANTE ACTOS DE IGUAL NATURALEZA INDICADOS EN LOS DOS INCISOS ANTERIORES, TIENDA A VARIAR EL RÉGIMEN ESTABLECIDO EN LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA, PARA LA SUCESIÓN EN EL CARGO DE PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA” (Artículo 381, inciso 3 del Código Penal, mayúsculas propias).
“QUIEN HICIERE PROPAGANDA PÚBLICA O REALIZARE OTRAS ACTIVIDADES TENDENTES A LA REELECCIÓN DE LA PERSONA QUE EJERZA LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, O A CUALQUIER OTRO SISTEMA POR EL CUAL SE PRETENDA VULNERAR EL PRINCIPIO DE ALTERNABILIDAD O A AUMENTAR EL FIJADO POR LA CONSTITUCIÓN PARA EL EJERCICIO DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, SERÁ SANCIONADO CON PRISIÓN DE DOS A SEIS AÑOS Y MULTA DE DOSCIENTOS A DOS MIL QUETZALES”. (artículo 382 del Código Penal, mayúsculas propias).
Y así seguiríamos con otras normas similares. No sé si los abogados genios, expertos, analistas, políticos ilustres, presidentes, vicepresidentes diputados, etcétera, entenderán que el INTENTO de reelección o ampliación del mandato de un PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ES UN DELITO y no un circo como dijo el generalísimo.
Lo que me extrañó sobremanera fue que un tema tan delicado y grave como este haya sido tocado con pinzas por los que debían de haber gritado a todo pulmón que se pretendía cometer un delito. Por supuesto que los alcaldes y corporaciones y diputados que sueñan con dos años más para robar fueron los primeros en decir ¡sí se puede! Pero no, no se puede, fuera del único argumento que se utilizó que fue el de que la Constitución NO PERMITE reformar el artículo 187 y otros denominados pétreos y que pretenden que el mandamás no siga pa’delante como Ubico o Carrera o Cabrera, entre otros.
Cuando concertamos las últimas reformas constitucionales con los diputados, el período presidencial se redujo de cinco a cuatro años, lo que nos había indicado era lo más conveniente el entonces presidente Ramiro De León Carpio haciendo la broma, que no es tan broma, que los guatemaltecos a duras penas aguantamos a un presidente y sus secuaces que roban durante cuatro años, menos lo aguantaríamos por más tiempo.
Tenemos tanta corrupción cínica y visible en el país que viene desde hace muchos años que pensar en abusar del poder para vaciar el erario público es un pecado mortal.