En el juicio contra Erwin Sperisen, exjefe de la Policía Nacional Civil, la defensa llamó la atención del Tribunal Criminal de Ginebra, al indicar que las circunstancias que rodean este proceso son extraordinarias, por tratarse de hechos que ocurrieron en un lugar y un contexto completamente diferente al ginebrino.
“El tribunal no puede juzgar estos hechos… desde nuestra buena ciudad de Ginebra no arribamos a concebir cómo es la situación en Guatemala”, indicó Giorgio Campa, uno de los abogados defensores de Sperisen.
Para explicar, desde su entendimiento, el contexto de criminalidad organizada y corrupción que afecta al país dijo “el Tribunal debe hacer un esfuerzo considerable para acercarse a la situación de Guatemala, porque es un abismo el que nos separa”.
Los abogados hicieron alusión, de manera recurrente, a que su defendido era “el director de una de las policías más corruptas del planeta” y los prisioneros en Pavón “eran narcotraficantes de la peor especie… financiados por el crimen organizado y el narcotráfico”.
Reafirmaron el hecho que el exjefe policial está siendo juzgado por motivo de su nacionalidad suiza y que el sistema judicial helvético, en este caso concreto el ginebrino, tiene competencia, pero agregaron que no sólo es un deber de Suiza, juzgarlo.
“NO HAY PRUEBAS”
Por su parte, Florian Baier, también abogado defensor de Sperisen, indicó que “el gran error sobre este caso, o uno de ellos, es que no se logra comprender cuál era el rol de Sperisen en la PNC”.
“Él era la interface entre la policía y el gobierno, no estaba ahí para saber si un grupo u otro estaba en proceso de hacer algo”, al señalar la existencia de estructuras criminales ya incrustadas en la institución policial, que supuestamente operaban con independencia de las autoridades.
Baier resaltó que a lo largo del proceso, “no hay ninguna retractación o contradicción de las declaraciones de Erwin Sperisen”; su colega Campa aseveró que “los testigos no dieron elementos de prueba… no hay pruebas que Sperisen dio órdenes para que reos fueran ejecutados… y que para condenar a alguien, hay que probarlo”.
La defensa del exjefe policial solicitó que su cliente sea absuelto de los cargos de asesinato. El Tribunal anunciará el veredicto el próximo viernes 6 de junio.
Estas fueron las palabras que Erwin Sperisen, exdirector de la Policía Nacional Civil (PNC) de Guatemala, expresó ante el Tribunal Criminal de Ginebra, en el juicio que se sigue en su contra por el supuesto asesinato de diez reos durante su periodo al frente de la institución policial.
“En mi cabeza tengo muchas cosas a decir, pero seré breve. Cuando asumí el puesto de la PNC, lo recibí de una persona que, al igual que yo, no era miembro de la policía, y al igual que él, dependíamos del Director General Adjunto y de otros mandos de la PNC… en ellos estaba la mayor carga del manejo operativo de la policía.
Durante este proceso (el juicio en Ginebra), ni el entonces Director Adjunto, ni los otros mandos, fueron escuchados. Por medio de ellos yo delegaba, y por medio de ellos yo recibía información y reportes de todas las actividades de la policía. Así que ellos eran piezas importantes que debían ser escuchados en Guatemala y aquí (en Ginebra).
El día de hoy estoy aquí como el único responsable, a pesar de que era una responsabilidad compartida.
Durante estos casi dos años de prisión, en total aislamiento, tuve mucho tiempo para reflexionar y al día de hoy me cuestiono si el idealismo y la buena gana por querer hacer cambios positivos en el país, me valió la pena o no.
Yo fui quien tuvo que escuchar los disparos que pasaron cerca de mi cabeza cuando sufrí un atentado en una reunión en la terraza de la Dirección General de la Policía, en uno de los tantos atentados que yo fui objeto; fui yo quien tuvo que pasar con dolor de cabeza y de oídos por las granadas que explotaron en la oficina donde yo estaba.
Yo soy el que tuvo que aterrizar de emergencia porque habían atentado contra el helicóptero en el que íbamos… soy yo el que estuvo hospitalizado en Houston y en Guatemala, por problemas de corazón y salud provocados por el estrés que tenía en la policía.
Fue mi familia la que fue amenazada de secuestro y muerte, mi hijo tuvo que salir una vez del colegio por amenazas de bomba, y tuve que sacar a mi familia por todas esas amenazas. Mis hermanos también abandonaron el país y, al día de hoy, todavía me pregunto si valió la pena.
Está en sus manos, señores jueces, esa respuesta.
Quiero dejar en claro que yo no mate a nadie, no ordené la muerte de nadie, no participé en la planificación de la muerte de nadie. Espero que puedan ellos (los jueces) establecer que no hay nadie que realmente me puede acusar por esos hechos con plena certeza, porque no tienen ninguna base para eso.
Yo me hice de enemigos adentro de la policía y afuera de ella y sigo sufriendo las consecuencias de eso. Muchas gracias.”
Por Diego de León Sagot, corresponsal en Ginebra de la Agencia Cerigua