Maya Angelou llegó a una reunión de líderes de la lucha por los derechos civiles en la década de 1990, miró a su alrededor y puso a todos en su lugar con una observación:
«Vino al salón», recuerda Al Sharpton, «y dijo: el primer problema es que no tienen mujeres con su mismo status aquí. Tienen que resolver eso entre ustedes antes de que puedan arreglar el país».
Angelou, quien falleció el miércoles a los 86 años, tuvo un enorme impacto en la cultura de Estados Unidos, que fue más allá de su poesía de alto vuelo y sus relatos autobiográficos. Fue una mujer sabia respetada por toda una nación, poeta de presidentes, la voz de la conciencia que alcanzó una dimensión tal que su muerte generó expresiones de dolor entre líderes políticos, celebridades y gente ordinaria por igual.
«Antes que nada, era una mujer a la que le gustaba contar historias. Sus mejores relatos surgieron de la vida real», expresó el presidente Barack Obama.
Nunca dudó en decir lo que pensaba y defendió apasionadamente los derechos de la mujer, de los jóvenes y de los ignorados. Se manejó con igual facilidad en el ámbito de la literatura y en el de la militancia, llegando a ser confidente de los líderes originales de la lucha por los derechos civiles de los años 60, de sus sucesores y de la actual generación.
«Veo muchas cosas, he aprendido muchas cosas», declaró Angelou a la Associated Press en el 2013. «Sin duda estuve expuesta a muchas cosas y aprendí algo: es mi deber contárselo a ustedes».
Marc Morial, presidente de la Liga Urbana Nacional, recordó que el solo hecho de haber sido invitado a la casa de Angelou fue una «experiencia increíblemente fuerte». Estuvieron sentados por horas en la mesa de la cocina, indicó Morial, en las que Angelou contó historias y habló de su vida, del arte, de la cultura y del género humano.
«Majestuosa y humilde al mismo tiempo, acaparó toda la atención y también escuchó atentamente a los demás», señaló Morial.
Fue cantante, bailarina y la primera mujer negra que condujo un tranvía en San Francisco. Se hizo sentir asimismo en el nuevo mundo de las celebridades: Oprah Winfrey la considera una especia de madrina, asesoró a Alicia Keys sobre cánticos de las iglesias negras del sur, actuó con Richard Pryor en un sketch de televisión e inspiró a cantantes, escritores y actores de todas las razas y todos los géneros.
Angelou fue una «mujer fenomenal por su perspicacia, su elocuencia y su arte, que le dio voz a la crudeza y la nobleza de nuestra historia y nuestra humanidad», afirmó la representante demócrata Nancy Pelosi, la primera mujer que presidió la cámara baja de Estados Unidos.
Los talentos y las plataformas que manejó Angelou fueron ilimitados: poesía, libros, películas, la palabra hablada, televisión, un programa radial semanal y cuentas en Twitter y Facebook. Fue aclamada desde todos los sectores de la sociedad: recibió un premio Tony en 1973 por su participación en la obra «Look Away» y ganó tres Grammy por álbumes en los que leyó relatos. Le dieron el Premio Nacional del Libro por su aporte a la comunidad literaria, una Medalla Nacional a las Artes y la Medalla de la Libertad que concede el presidente y que es el honor más alto que se puede otorgar a un civil.
Ya sea que hablase del flagelo de la discriminación o de la perversidad del sexismo, «le enseñó a esta generación y a generaciones que todavía no nacieron lo que significa ser una persona auténtica y el poder de lo genuino», declaró el reverendo Jesse Jackson.
Antes de hacerse famosa como escritora, Angelou fue coordinadora de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur y vivió por años en Egipto y Ghana, donde conoció a Nelson Mandela, quien pasó a ser un gran amigo, y a Malcolm X, con quien tuvo también una estrecha amistad hasta que fue asesinado en 1965.
Tres años después ayudaba a Martin Lugher King Jr. a organizar la Marcha de los Pobres en Memphis, Tennessee. King fue asesinado allí, cuando Angelou cumplió 40 años.
«Todos los años, en ese día, Coretta y yo nos enviábamos flores», contó Angelou, aludiendo a la viuda de King, Coretta Scott King, quien falleció en el 2006.
Las mujeres se identificaron con las penurias por que pasó Angelou, una mujer negra, de familia pobre, que fue violada de niña y lo calló por vergüenza. Fue una madre soltera a temprana edad, que tuvo que ganarse la vida bailando en clubes de desnudistas. Todas esas experiencias las plasmó en «I Know Why the Caged Bird Sings» (Sé por qué canta el pájaro enjaulado), uno de los relatos biográficos más leídos de las últimas décadas.
«Sus dones fueron producto del dolor», afirmó Patricia Rosier, presidenta del Colegio Nacional de Abogados. «No le asustaba explorar a fondo su identidad para que nosotros también pudiésemos ser quienes somos hasta las últimas consecuencias».
Tuvo un hijo, pero Angelou amadrinó a muchas «hijas», algunas a través de su trabajo, otras personalmente, como el caso de Winfrey, quien dijo que la escritora «transitaba por el mundo con una placidez y confianza inquebrantables y con una enorme elegancia».