Imagine que camina por el mercado y cuando pregunta a cómo la docena de huevos le digan: la docena a Q20 pero hoy tenemos una oferta, pague Q60 y se lleva 6 huevos. Esto es exactamente lo que pretende el Ministro de Gobernación y la administración del presidente Pérez Molina con la brillante idea de someternos a pagar un nuevo impuesto de seguridad. Digo pague tres, lleve media porque en Guatemala pagamos tres veces por el mismo servicio y recibimos seguridad a medias.
Pago 1: El Presupuesto General de Gastos de la Nación ya contempla más de Q6 mil millones anuales para gastos de Gobernación y Defensa, entidades que de acuerdo al texto constitucional, están obligadas a prestarnos seguridad. Pago 2: El sector privado empresarial y la sociedad civil gastan varios miles de millones de quetzales al año para pagar guardias, seguros, alarmas, muros perimetrales, razor ribbon y cámaras para cuidar de sus bienes ante la inoperancia del aparato de seguridad estatal. Pago 3: El señor Ministro de Gobernación desea obligarnos a contribuir (leyó bien, “obligarnos a contribuir”) con una nueva partida impositiva de nombre desconocido aún pero que, dicen ellos, sus fondos serán destinados directamente a asuntos de seguridad.
¿Acaso no han entendido los funcionarios públicos que no estamos dispuestos a pagar más impuestos mientras los resultados de la gestión sean menos que mediocres? Es nuestra obligación recordarles de nuevo que la famosa reforma tributaria que nos recetaron hace solo unos meses tuvo como resultado una sensible baja en la recaudación fiscal. ¿Por qué habría de ser distinto esta vez?
Claro que antes de enfrentar estas preguntas, el Presidente de la República sale al paso de la opinión pública diciendo que los fondos del impuesto de seguridad serían manejados por un “grupo de notables”. Y por supuesto que lo primero que uno se pregunta es ¿De dónde se sacarán a esos notables? ¿Quiénes son esos notables? Yo propondría al señor Presidente que si estos señores notables en realidad existen y son “notables” para manejar los fondos del impuesto de seguridad mejor que manejen los casi 70 mil millones de quetzales del presupuesto anual entero, porque este gobierno y los anteriores se han caracterizado por ser malos administradores, moralmente distraídos y manirrotos en la función del gasto. No hemos visto, ni de este ni de los anteriores gobiernos, propuestas serias para romper los candados presupuestarios y redistribuir las asignaciones presupuestarias de manera tal que se priorice el uso de recursos. Tampoco se han presentado hasta el momento propuestas de ley que obliguen al Gobierno a trabajar con un presupuesto fiscalmente equilibrado. Es más, las aprobaciones de endeudamiento siguen pasando como mantequilla en el Congreso lo que provocará que en el futuro la recaudación fiscal se vea aún más comprometida en pago de deuda interna y externa en vez de usarse para los gastos primordiales como es la seguridad y justicia.
Basta ya de estar yendo por el camino fácil de incrementar los impuestos y los presupuestos, piensen y actúen como administradores y trabajen con lo que hay que es más que suficiente, no pagaremos tres por media.