Una vez más, la sumatoria con que es conmemorada la Semana Santa en Guatemala, máxime tocante al fervor, causó presencia notoria. Para el efecto salió a relucir dos corrientes de seres humanos en sentido opuesto totalmente, visualizada potente, a título de éxodo, a manera de viajar hacia balnearios, piscinas y un largo etcétera. Asimismo, movimiento hacia el exterior.
Oportuno resulta el sonado caso «que de todo hay en la viña del Señor”, truene, llueve o relampaguee, la gente encuentra la fórmula A sin que sea realidad; tampoco la B consigue darle el utilitario y socorrido aporte, por cierto, el más largo del año. Temática firme dentro de la prestación laboral, sin excusa ni pretexto tengan el debido cumplimiento al pie de la letra.
Un somero análisis del tema sucedió en la época cuaresmal, en los cuatro puntos cardinales. Tanto el grupo de viajeros, similar condición el restante. Les asiste el derecho siempre y cuando no provoquen daños, que atentan en menoscabo de la vida, deterioro cuantificable a la propiedad privada del inmueble, por cuanto representan tratamiento quirúrgico de madres, padres y algún miembro del numeroso clan en condiciones muy lamentables.
Junto al accionar en mención, son los cortejos procesionales vivirán aquí y allá los propios del país, incluso más allá del territorio nuestro, merece analizarse el fervor católico, aquí y allá con fuerte acento, existen congregaciones con dedicatoria al Nazareno y Dolorosa en acción. Exponente admirable de la cultura. Un buen número específico en España, desde la época colonial, sin desestimar los bellos cuadros robados del Calvario, Antigua Guatemala es el colmo, motivo de expectación y admiración plena por parte de visitantes cosmopolitas. Exponen ante sucesivas andas, rebosantes de arte infaltable y muestra de reconocido fervor impresionante. De igual manera sus pupilas llevan impresionismo las bellas alfombras confeccionadas en horas del véspero, nocturnidad y el tendido del astro rey sobre la faz de la tierra fecunda.
Hay que darle legitimidad creciente a estas tradiciones que hablan por sí solas y que proporcionan el cuadro maravilloso del entorno. Son el abanico perdurable de nuestros lares. En cualesquiera de sus áreas metropolitana y rural, por cuanto la campiña añade tonalidades de auténtica sencillez y pugnan inclusive para que se eternice siempre «alado y vencedor”.
Por la fugacidad temporal de bonanza y circulación monetaria, los conocidos elementos contaminantes, expuestos y juguetones, en las diestras con bolsillos exhaustos. En modo alguno afecta el panorama, en alianza conveniente y deseosa por sus fines de rasgos metropolitanos y campiranos. Porque siempre gana espacios cuantiosos el fervor religioso chapín.
Año tras año la inconfundible tradición de conmemorar la Semana Santa, alcanza renombre superior. De consiguiente, es fuente primaria, satisfactoria del asueto mayúsculo o prolongado descanso. Motivador de viajes en cadena, cuyos eslabones concuerdan de mejoras, más antes que después o que tarde.