La transparencia, una asignatura pendiente de la Unión Europea


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Los grandes partidos europeos están de acuerdo en algo: el sucesor de José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea (el Ejecutivo de la UE) no puede ser «producto de acuerdos secretos y entre bastidores». Mayor democracia y transparencia es uno de los lemas más repetidos para las elecciones del 22 al 25 de mayo.

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AGENCIA DPA EUROPA

El candidato de los socialistas a presidir la Comisión, el alemán Martin Schulz, es quien más saca el tema en los debates públicos, a veces de forma polémica. «El señor Juncker (por el candidato conservador Jean-Claude Juncker) es el candidato de la Europa de la trastienda, de la parálisis y de los paraísos fiscales», declaró hace poco al diario germano «Bild».

   Juncker, ex primer ministro de Luxemburgo, estuvo durante años sentado en las cumbres y reuniones para el rescate del euro. Pero también el candidato del Partido Popular Europeo (PPE) está a favor de una mayor transparencia y acusa a Schulz de haber pecado de lo mismo que ahora denuncia.

   Las quejas sobre el oscurantismo y los lobbys no son nuevas, sino que existen desde hace décadas en la central de poder de Europa. «Los ciudadanos creen que todo se organiza sin tenerlos en cuenta y quisieran un mayor control democrático», escribieron ya los jefes de Estado y de gobierno en una cumbre de diciembre de 2001. El propulsor de la «Declaración de Laeken» fue Guy Verhofstadt, entonces primer ministro belga y hoy candidato de los liberales a presidir la Comisión.

   Tras aquellas palabras siguieron diez años de reformas: La Constitución Europea, su dramático fracaso, y el Tratado de Lisboa que entró en vigor en 2009 y que, entre otros puntos, otorga más poder al Parlamento Europeo.

   Cinco años más tarde, la UE, que se ha ampliado a 28 países, lucha con las consecuencias de la crisis económica, contra el desempleo récord y el elevado endeudamiento. «Europa está en un mal estado», resume Schulz. Mientras que la economía de la eurozona crecerá este año un 1,6 por ciento, Estados Unidos, donde comenzó la crisis financiera mundial en 2008, lo hará a un ritmo del 2,8 por ciento.

   En la campaña se debate sobre las formas de superar la crisis, que es una crisis también de la UE, y las propuestas son muy diversas. Los europeístas quieren seguir por el camino de la integración y recuerdan que para ello no es necesario que Bruselas regule cada detalle de la vida diaria.

   El socialcristiano Juncker opina que para dirigir el destino de la eurozona no hay que tener miedo de reformar los tratados, «pese a todos los riesgos que ello conlleva». Alude así a Reino Unido, cuyo primer ministro, el conservador David Cameron, quiere cambiar las condiciones para ser miembro de la UE. A los británicos les vendría bien renegociar los tratados, pero no para una mayor integración, sino una menor.

   Y los populistas y euroescépticos sacan otras conclusiones de la crisis. «No a Bruselas, Sí a Francia», es el lema, por ejemplo, del Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, que quiere que Francia salga de la UE y del euro. Aunque no explica cómo sobreviviría la economía gala con la reintroducción del franco.

   Según las últimas encuestas, el FN podría ser la fuerza más votada en las elecciones europeas, con un 23 por ciento. En total, los sondeos otorgan a las fuerzas antieuropeas en torno a un 20 por ciento en el nuevo Parlamento de Estrasburgo.

   La oposición a Europa se funda en las reservas de la población en general. Una encuesta representativa del Eurobarómetro arrojó hace poco que un 59 por ciento de los europeos «más bien no confía» en la UE, frente a un 23 por ciento que expresa su confianza.

   ¿Pero es la vuelta a los Estados nacionales realmente una alternativa? El sondeo no muestra que sea así, ya que sólo un 26 por ciento confía en su gobierno nacional, mientras que un 71 por ciento dice no confiar.

   Las encuestas electorales pronostican una victoria de los conservadores frente a los socialistas. Después del 25 de mayo, el Parlamento quiere proponer al candidato del partido más votado como presidente de la Comisión y conseguir que una mayoría absoluta de diputados lo apoye. Y habrá contactos con el presidente del Consejo Europeo (la representación de los gobiernos), Herman Van Rompuy.

   Son los gobiernos los que tienen que proponer formalmente al candidato y presentarlo al Legislativo. Y esas negociaciones entre Van Rompuy y la Eurocámara serán necesariamente entre bambalinas.

RAJOY Y RUBALCABA SE EXAMINAN

Ni Mariano Rajoy ni Alfredo Pérez Rubalcaba concurren a los comicios europeos del domingo en España, pero el jefe del gobierno y el líder de la oposición afrontan en ellos el examen electoral más importante en lo que va de legislatura.

Tras dos años y medio de políticas de austeridad de Rajoy frente a la crisis y después de la debacle electoral del Partido Socialista (PSOE) en noviembre de 2011, estos son los primeros comicios en los que están llamados a las urnas los ciudadanos de toda España.

Algo más de 36,5 millones están convocados a elegir a los 54 representantes españoles en una Eurocámara con 751, en unas elecciones en las que se prevé una abstención histórica, de hasta el 60 por ciento.

Las últimas encuestas publicadas dan la victoria al Partido Popular (PP) de Rajoy, aunque difieren en la ventaja sobre el PSOE. El diario «El Mundo» la cifraba en 8 puntos, «El País» en solo 1,5.

Los socialistas confían en cualquier caso en haber remontado con la polémica protagonizada por el ex ministro Miguel Arias Cañete, cabeza de lista del PP, por sus palabras machistas tras el debate electoral en televisión frente a la socialista Elena Valenciano.

«El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado», dijo a la mañana siguiente de no salir muy airoso de la cita. «Si haces un abuso de superioridad intelectual, parece que eres un machista y estás acorralando a una mujer indefensa».

Las críticas llovieron sobre Cañete, que hasta su salida del gabinete de Rajoy para hacer campaña electoral era el ministro más valorado en las encuestas. La polémica agitó de hecho una campaña anodina en la que el PP se esforzaba por mantener bajo el perfil de su candidato para evitar movilizar a la izquierda.

Entre las elecciones generales de noviembre de 2011 y hoy, España sufrió los ajustes y recortes más duros de su historia democrática. Pero la economía comienza ahora a dar señales de recuperación que Rajoy y su partido han aprovechado de cara a los comicios.

«Pido el voto para decirle adiós a la crisis y enfocar el camino de la recuperación», ha dicho Rajoy en campaña. «No debemos dejar que los socialistas arruinen la recuperación».

El resultado de los comicios europeos revelará si esas señales económicas pueden frenan el desgaste que la política de austeridad de Rajoy -y también el escándalo de la supuesta financiación ilegal del PP- han infligido al partido gobernante. Si vence, aunque sea por la mínima, Rajoy podrá proclamar un respaldo a su gestión.

«Si el día 26 no queréis que Rajoy tenga un cheque en blanco para seguir recortando, hay que votar al PSOE porque somos el único partido capaz de parar a Rajoy», aseguró Rubalcaba en un mitin, en una campaña que su partido articuló como una confrontación ideológica entre la derecha y la izquierda.

En el PSOE, en travesía por el desierto desde su hundimiento electoral de 2011, la victoría daría oxígeno al cuestionado liderazgo de Rubalcaba a pocos meses de las primarias abiertas en las que elegirá candidato a La Moncloa en las generales de 2015.

Pero si no vence al PP tras dos años y medio de recortes de Rajoy, se abrirá seguramente paso la inestabilidad interna.

Más allá de todo esto, las encuestas anticipan una caída de votos de los dos grandes partidos, lastrados por la desafección a la política tradicional que la ciudadanía ha desarrollado en la crisis y que conduce a la abstención o dirige el voto hacia formaciones medianas y pequeñas e incluso hacia nuevos partidos.

El bipartidismo no parece estar aún amenazado, pero sí hay una tendencia al castigo a quienes protagonizaron la política en los últimos años.

La idea de que PP y PSOE son lo mismo, reforzada en esta campaña por el mítico ex presidente del gobierno Felipe González al proponer una gran coalición de gobierno, perjudica sobre todo a los socialistas. Las encuestas anticipan un traspaso de sus votos a Izquierda Unida (IU) y a formaciones de izquierda más pequeñas.

«Pedimos el voto a los defraudados, no lo robamos a nadie», proclamó en campaña Cayo Lara, líder de IU, la tercera fuerza de ámbito nacional a la que las encuestas auguran un aumento de los tres eurodiputados que tiene en este momento.

En España, al contrario que en otros países europeos, no existe un fenómeno populista o euroescéptico como Beppe Grillo en Italia o la ultraderechista Marine Le Pen en Francia, pero sí han surgido partidos -sobre todo en la izquierda- al calor del descontento generado por la crisis, económica e institucional.

A Podemos, del profesor universitario Pablo Iglesias, las encuestas le abren la puerta a la Eurocámara con uno o dos diputados.

«SALVEN NUESTRO DINERO»:

A pocos días de las elecciones al Parlamento Europeo, el euroescepticismo sigue ganando peso entre los alemanes, que miran con recelo las decisiones de Bruselas y sienten que la Unión Europea (UE) se inmiscuye demasiado en asuntos nacionales.

   Un total de 25 partidos alemanes concurrirán a las urnas el próximo domingo en unas elecciones en las que más de la mitad de los residentes en la mayor economía de Europa (57 por ciento) reconocen apenas tener interés y un 68 por ciento cree que la UE no debería meterse tanto en asuntos nacionales, de acuerdo con la última encuesta de la cadena pública germana ARD.

   «Se desconoce por completo cuál será el resultado electoral», aseguró Manfred Güllner, director del instituto demoscópico alemán Forsa, en conversación con dpa.

   Entre estos 25, el partido euroescéptico Alternativa para Alemania (AfD) busca hacerse con el mayor número de escaños, de los 96 disponibles, con una campaña en contra de un «Superestado europeo» y con lemas como «Salven nuestro dinero», que cada día cuenta con más adeptos.

   De acuerdo al sondeo de ARD, AfD conseguiría un siete por ciento de los votos -un punto más que en la anterior encuesta- convirtiéndose en la quinta fuerza en Alemania por detrás de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel con un 37 por ciento, del Partido Socialdemócrata (SPD) con un 27 por ciento y de Los Verdes y La Izquierda, ambos con un nueve por ciento.

   Frente al «Necesitamos más Europa» que defienden desde el gobierno de Merkel, los euroescépticos liderados por el profesor de macroeconomía de la Universidad de Hamburgo Bernd Lucke, y con más de 17.000 miembros, quieren «Más libertad, menos Europa».

   «Con la política de salvar el euro ha crecido sin ningún tipo de control democrático el poder de las instituciones europeas», criticó recientemente el número dos de esta formación, Hans-Olaf Henkel, en un encuentro con periodistas extranjeros.

   Para Henkel, la política para salvar el euro es un «agujero sin fondo» que hay que detener. Desde su partido defienden la disolución «ordenada» de la eurozona. «El euro es demasiado fuerte para países como Grecia, Francia, España o Italia y al mismo tiempo es demasiado débil para Alemania», señaló por su parte Lucke.

   «La gran ventaja de la UE es el mercado interior», reconocen, no obstante, tanto Henkel como Lucke. «No estamos en contra del mercado interior o de las relaciones transatlánticas, sino en contra de la divisa única», agregan conscientes de que la mayoría de las exportaciones alemanas van a parar a países de la UE.

   Su posicionamiento como partido nacionalista, a la derecha de la CDU -que critican por haberse «movido hacia la izquierda en muchos ámbitos»-, le ha granjeado enormes críticas y comparaciones con partidos de la extrema derecha como el NPD.

   «Los medios de comunicación alemanes tienen la culpa en esta fama de que somos un partido populista de derecha. Por un lado hablan de un partido de profesores, algo que para mí es un cumplido, ¡por fin un partido hecho por expertos!, y por otro dan pie a la propaganda de que somos un partido populista de derecha, algo contra lo que tenemos que luchar», se defendió Henkel. «Estamos en continua lucha contra esa fama», agregó Lucke.

   «No confundan nuestras críticas con críticas contra los extranjeros. Son críticas al funcionamiento de la política», aseguró Henkel.

   Junto con el euroescepticismo germinado al calor de la crisis del euro, las elecciones al Parlamento Europeo (PE) de este año cuentan con otra novedad: será la primera vez que no exista un mínimo necesario fijado por ley para obtener un escaño.

   En las pasadas elecciones de 2009 todavía estaba vigente en Alemania el cinco por ciento mínimo para acceder al PE. Sin embargo, el Constitucional alemán eliminó el mínimo del tres por ciento, fijado después de 2009, por lo que ahora cualquier partido germano es susceptible de hacerse con un escaño.

   Esta decisión abre la puerta también al partido de extrema derecha NPD. «Es posible incluso conseguir entre dos o tres diputados», señaló Udo Voigt, candidato del NPD, que espera hacerse con entre un 1,8 y un 2,5 por ciento de los votos.

   Esta vía de acceso llevó al líder socialdemócrata europeo, Martin Schulz, a alertar de los partidos de extrema derecha en Europa. «Setenta y cinco años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial vemos el peligro alemán de que defensores de la ideología de Adolf Hitler puedan ganar un escaño en el próximo Parlamento Europeo», indicó en un encuentro con periodistas en Bruselas.

   Desde que se levantó la claúsula del mínimo necesario, Schulz ve como «un riesgo real» que los nazis alemanes accedan al Parlamento Europeo. Para luchar contra ello, el alemán hizo un llamamiento a todos sus compatriotas para que acudan a votar el próximo 25 de mayo.

   Sin embargo, a pesar de que Alemania es el país que contribuye con un mayor número de diputados (96 de 751) por ser el más poblado, que es la mayor economía de Europa y uno de los fundadores de la «gran familia europea», los expertos esperan una participación igual o inferior a la de 2009, cuando se situó en el 43 por ciento.

   «El electorado alemán no sabe hacia dónde quiere ir Europa», explica Heribert Dieter, analista del Instituto alemán de Asuntos Exteriores y Seguridad. «¿Cuál es la meta? Esta cuestión sigue sin encontrar respuesta desde la unificación», agrega.

CIFRAS Y DATOS

Unos 400 millones de ciudadanos de la Unión Europea (UE) están llamados a votar a los miembros del Parlamento Europeo para los próximos cinco años, en las octavas elecciones que se celebran desde 1979:

– Reino Unido y Holanda votaron el 22 de mayo mientras que el resto de países les siguen en los días posteriores, la mayoría el domingo 25. Los resultados se conocerán esa misma noche.

– La Eurocámara tendrá 751 diputados, frente a los 766 actuales tras la entrada al bloque de Croacia.

– El país que más representantes elige es Alemania con 96, seguido de Francia, con 74. España envía a Estrasburgo a 54 legisladores. Luxemburgo, Estonia, Chipre y Malta son los que menos diputados tendrán, cada uno con seis. Cada país tiene una cuota asignada según su población. Los ciudadanos votan en sus propios territorios de acuerdo con la ley electoral local.

– En la actualidad hay siete grupos parlamentarios, pero tras los comicios podría sumarse una alianza de partidos populistas de derecha. Para poder formar una fracción hacen falta 25 eurodiputados de siete países.

– El Parlamento tiene importantes competencias en la legislación europea. Tiene que aprobar el presupuesto anual de la UE, así como el marco financiero, que abarca varios años.

– El resultado será decisivo por primera vez también para determinar el futuro presidente de la Comisión Europea, el ejecutivo de la UE. Para elegir a un candidato, éste tiene que tener el apoyo de una mayoría absoluta de diputados, 376. Se espera que este año esta novedad atraiga una mayor participación electoral, porque se teme que una baja cifra de votantes beneficie a los partidos euroescépticos, lo que redundaría en una cámara más fraccionada y menos cooperativa para los próximos años.

– La sede oficial del Parlamento es Estrasburgo, donde tienen lugar las doce sesiones plenarias mensuales. Además hay otras sesiones en Bruselas, donde se reúnen además los comités parlamentarios.

– Los viajes de ida y vuelta entre Bruselas y Estrasburgo le cuestan a los ciudadanos unos 200 millones de euros al año, según los críticos.

El Parlamento y la Comisión

 Con el Tratado de Lisboa, vigente desde diciembre de 2009, se reforzaron las competencias del Parlamento Europeo en lo que respecta a la elección del presidente de la Comisión Europea.

   En el anterior Tratado de Niza se establecía que los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE), formada por 28 países, nombraban al candidato a presidente de la Comisión, y que éste debía recibir luego el visto bueno del Parlamento.

   Ahora en cambio, los líderes nacionales (el llamado Consejo Europeo en la jerga de la Unión) tienen que proponer a un postulante tras «las consultas pertinentes» y «teniendo en cuenta el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo». La Cámara elige luego al jefe de la Comisión.

   El artículo del tratado es interpretado sin embargo de manera diferente por ambas partes. Los principales grupos del Parlamento opinan que son ellos los que deben llegar a un acuerdo sobre el candidato, que procedería del partido más votado, y al que luego entonces los jefes de Estado y de gobierno propondrían oficialmente al Legislativo para ser votado.

   Para aumentar la presión política, por primera vez todos los grandes partidos europeos presentan a candidatos de mucho peso de entre sus filas.

   Pero los jefes de Estado y de gobierno ponen en duda este fuerte papel de los parlamentarios, según señalan fuentes diplomáticas. La palabra «tener en cuenta» no implica que el Consejo Europeo renuncie a su derecho de proponer un candidato propio y conseguir que una mayoría parlamentaria lo apoye, alegan.

   Los gobernantes se reunirán en una cena informal dos días después de las elecciones europeas para analizar cómo será el procedimiento a seguir.

REALIDADES EUROPEAS

La Unión Europea (UE) y sus instituciones están rodeadas de mitos. Algunos de ellos encierran un fondo de verdad, pero otros se basan en rumores y clichés. A continuación, una recopilación de algunos de ellos:

   BRUSELAS ES UN MONSTRUO BUROCRÁTICO: Para muchos, la UE es un mastodonte burocrático. Pero los 33.000 trabajadores con los que cuenta la Comisión Europea equivalen más o menos a los empleados de la administración de la ciudad alemana de Múnich.

   EL PARLAMENTO EUROPEO NO TIENE PODER: Desde que en 1979 se introdujeron elecciones directas, el Parlamento Europeo ganó claramente influencia. Los eurodiputados votan casi todas las leyes y tienen la última palabra respecto al presupuesto y la elección del presidente de la Comisión Europea.

   ALEMANIA ES EL PAÍS QUE MÁS PAGA A LA UE: Alemania aporta la mayor cantidad de dinero al presupuesto de la UE. En 2012 esa cantidad ascendió a los 11.900 millones de euros. Sin embargo, en relación a su producto interior bruto la contribución de Dinamarca o Suecia es mayor.

   FALTA DE ACCIÓN EN POLÍTICA EXTERIOR: La UE juega un papel en las crisis políticas mundiales, como muestran las recientes sanciones a Rusia por la crisis ucraniana. Sin embargo, a los países de la UE les cuesta hablar con una sola voz en política exterior.

   REGULACIONES ABSURDAS: Aunque fue derogada en 2009, la directiva 1677/88 sobre la curvatura del pepino sigue siendo uno de los ejemplos de regulaciones poco acertadas o innecesarias adoptadas por las instituciones europeas.

   LA UE ES DEMASIADO CARA: Para este año, la UE tiene un presupuesto de más de 130.000 millones de euros, una cantidad que sólo supone un uno por ciento del PIB de los Estados miembro.

   HAY DEMASIADAS SUBVENCIONES AGRÍCOLAS: La agricultura se lleva una parte muy importante del presupuesto de la UE, aunque la partida que se destina a este sector es cada vez menor. El porcentaje del presupuesto dedicado a la agricultura se redujo en los últimos 30 años del 70 al 40 por ciento.