Se ha desprestigiado tanto el movimiento magisterial que ya no sabe uno en qué creer cuando hay una movilización que plantea algún tipo de reclamo. Ahora grupos de maestros han tomado las instalaciones administrativas en varios departamentos para reclamar mejoras en los centros de enseñanza, pero otros colegas suyos y los encargados del área administrativa dicen que es una acción concertada con el Gobierno para presionar en busca del aumento de presupuesto para la cartera.
ocmarroq@lahora.com.gt
Lo cierto es que el manejo politiquero de la cartera de Educación ha significado más dinero para los maestros y menos dinero para los estudiantes y sus necesidades, sobre todo la de calidad educativa, porque el incremento de sueldo a los educadores no guarda ninguna relación con el mejoramiento de su trabajo. Fue simplemente un pacto a rajatabla producto de una componenda que no tomó en cuenta la realidad de la educación en el país ni la realidad financiera a la luz de los ingresos tributarios.
El Ministerio de Educación, de acuerdo con el plan que se impuso desde finales del siglo pasado, dejó a un lado sus funciones para convertirse en un ente inoperante porque el sistema educativo del sector público es un desastre y no digamos el del sector privado que no tiene ninguna supervisión y cada empresa-colegio hace lo que se le da la gana. Su único logro ha sido aplacar a las huestes de Joviel Acevedo con un aumento salarial que pone a palitos al fisco porque no se tomaron en cuenta las capacidades de acuerdo a los ingresos, abandonando por completo su responsabilidad con los estudiantes para brindarles una formación de calidad.
Este nuevo incidente, en el que surgen dimes y diretes entre los grupos magisteriales, puede ser un punto de partida para la reflexión más profunda del destino de nuestra niñez y la juventud con el sistema educativo actual. Las pruebas de rendimiento académico que se realizan evidencian que no sólo estamos a la zaga, sino que en marcado retroceso porque la calidad se deteriora al ritmo de la irresponsabilidad de un magisterio que juega muchos papeles en la sociedad, pero no juega el de educadores que es el que por naturaleza les corresponde, y un ministerio que no gestiona la calidad educativa como su principal objetivo.
Creo que el magisterio tiene una historia de aportes a la Nación que van desde el desempeño de un apostolado tremendo en la formación de muchísimas generaciones hasta el ejemplo cívico en diferentes etapas de la historia. Merece por ello respeto y reconocimiento, pero también hay que decir que en los últimos años se ha prestado al juego politiquero y a cambio de un aumento salarial pactado de manera progresiva y que amarra al Estado en forma irresponsable, se puso al servicio de las autoridades olvidando tanto su compromiso con los alumnos como su vocación de civismo ejemplar.
En medio de la pérdida de norte y de valores que aqueja a la sociedad, no se puede esperar un movimiento de rescate y de refresco del gremio magisterial, aunque hay que reconocer que por formación y origen, su renacer es una de las últimas esperanzas que van quedando.