Aunque antes lo hacía mucho más seguido que ahora, las apariciones públicas de Fidel siempre fueron estratégicamente diseñadas para engañar al pueblo cubano y al mundo. De vestido militar sobrio y de exagerada monotonía de imagen, el eterno dictador cubano vendió exitosamente el estirpe de un hombre sencillo, sabio, empático y bondadoso con el pueblo y firme y amenazador con los empresarios o los disidentes del régimen.
Por suerte hoy en día contamos con muchas mejores y más variadas formas de comunicación. El avance general que los seres humanos hemos logrado en los últimos años en aspectos de comunicación hacen que el engaño político de sinvergüenzas como Fidel sea cada vez más complicado de montar y mantener. Juan Reinaldo Sánchez, exguardaespaldas de Fidel Castro durante 17 años, está por publicar un libro en el que comparte autoría junto al periodista francés Axel Glydén. En el que cuenta su versión de la vida privada que se daba Fidel entre los años 1977 y 1994.
Asustará a algunos cuantos saber que de acuerdo a los relatos de Sánchez, el señor Castro no era tan sencillo como le gustaba presentarse ante los medios y su pueblo. A finales de mayo podremos tener acceso al libro testimonial del exteniente y escolta personal de Fidel y de acuerdo a lo que adelantan algunos medios, las crónicas de Sánchez incluyen detalladas descripciones de la lujosa vida que el expresidente cubano se daba por aquellos años mientras el pueblo cubano se batía entre la escases y la miserable vida socialista. Los periplos veraniegos de Castro incluían, de acuerdo a Sánchez, fines de semana navegando en sus lujosos yates y veraneando en su lujosa residencia privada en la paradisíaca isla de Cayo Piedra al sureste de Cuba. Atención de reyes para distinguidos visitantes del mudo de la farándula y políticos de toda clase que llegaban como en romería para ser atendidos con excesos a costa del trabajo y el hambre del pueblo cubano.
Lo mejor que le puede suceder al pueblo cubano es que este tipo de información emerja y les muestre que el líder que aún adora parte de la población, no es más que un burdo hipócrita que vive como rey, pero pregona un discurso de ayuda a los más necesitados. La información también es valiosa para el resto de los habitantes del mundo que viven la opresión de un dictador. Será importante que todos aquellos jóvenes que no se han interesado en conocer la vida de Fidel y que por alguna razón siguen admirando a personajes de su tipo como líderes nobles y dadivosos entren en razón de una vez por todas y que, con el libro y su contenido, puedan visualizar el desgraciado resultado que tiene la implementación de un sistema socialista en contraste con un sistema capitalista.
No es virtud engañar al pueblo diciéndole qué en nombre de la Revolución hay que hacer sacrificios como el de ceder su propiedad o aguantar la escases de los productos, cuando se viaja cómodamente en yates de lujo comiendo langosta. Ojalá la verdadera cara de Fidel quede una vez más al descubierto y más indecisos puedan convertirse ideológicamente del socialismo al capitalismo.