Entre anaqueles Fiestas agostinas


Mario Gilberto González R.

A Albertina Cano, con el deseo de su pronta recuperación.

Hace ciento cincuenta años, las fiestas agostinas ?afamadas por historiadores y literatos?, se vieron seriamente afectadas por la peste del cólera morbus.


Los estragos fueron devastadores. Las pestes minaban a la población y los afectados eran sepultados de inmediato, para evitar que se propagara. Por supuesto que los medios sanitarios de entonces, no eran suficientes ni eficaces para detenerla y menos exterminarla, tan pronto como se deseaba. Cesaban sus efectos después de una numerosa mortandad. Desaparecerí­an familias completas.

Para aplacar su impulso y suplicar la gracia divina, el entonces Arzobispo de Guatemala, Mons. Dr. Don Francisco de Paula Garcí­a Peláez, recurrió a solicitar el auxilio milagroso de quien, desde en vida, se le consideraba el Santo de Guatemala. El humilde terciario que se prodigó en amor y caridad, en la ciudad de Santiago de Guatemala, para ayudar a quien requerí­a de su auxilio material y amor y servicio al prójimo como ofrenda amorosa de profunda caridad cristiana.

El Arzobispo Garcí­a Peláez, imbuido de ese sentimiento caritativo del terciario, expidió el 6 de agosto de 1857 ?es decir hace ciento cincuenta años? un Edicto para que los sacerdotes y fieles católicos, solicitaran en sus oraciones privadas, la intersección del Venerable Hermano Pedro. Dice el Edicto:

«NOS EL DR. FRANCISCO DE P. GARCIA PELAEZ, POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTOLICA, ARZOBISPO DE ESTA SANTA IGLESIA METROPOLITANA DE SANTIAGO DE GUATEMALA. Al V. Clero y demás fieles de la Diócesis: Salud en Ntro. Señor Jesucristo. Por nuestro Edicto del 10 de Febrero de 1854, al daros noticia del estado en que se hallaba á invocar al V. Siervo de Dios, en vuestras oraciones privadas, para obtener de la bondad epidemia de cólera mórbus, cuyos estragos tenemos a la vista y cuyas consecuencias serán tanto más lamentables, cuanto más se prolongue el tiempo de su duración; hemos creí­do oportuno escitar de nuevo vuestra piedad y religiosos sentimientos, recordándoos que, en la presente calamidad, mejor que en otra ocasión cualquiera, podemos solicitar con confianza la intercesión del V. Hermano Pedro, que, por sus heroicas virtudes fue, en su tiempo, la admiración de Guatemala, y cuya memoria es tan grata para nosotros.»

«Si durante su vida, se ejercitó con tanto ardor en las obras de misericordia, protegiendo al desvalido, socorriendo al indigente, asistiendo constantemente al enfermo en el lecho del dolor, hasta lograr su restablecimiento ó dulcificar el amargo trance de la muerte, con todo género de consuelos espirituales, debemos estar persuadidos, que su ferviente caridad, será hoy aun más eficaz a favor de aquellos que, para mayor gloria de Dios y de sus Santos, invoquen su nombre y procuren su mediación.»

«Por tanto, esperamos que, animados de estos mismos sentimientos, acudáis con fe, con humildad y confianza, al Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, suplicándole por los méritos de su Hijo Santí­simo y por la intercesión de su Sirvo el Hermano Pedro de San José, se digne liberarnos de los estragos de la epidemia y alzar de nosotros de nosotros este azote, que tenemos merecido por nuestras culpas.»

«Publí­quese en N. Sta. Iglesia Catedral, y en las demás del Arzobispado, el primer dí­a festivo inmediato a su recibo.»

«Dado en Nuestro Palacio Arzobispal de Guatemala, a seis de Agosto de mil ochocientos y siete. Francisco, Arzobispo de Guatemala. Por mandato de S.S. Ilmo. José Cabrejo, Pro Secretario.» (1)

A pesar que hasta entonces no se permití­an cultos públicos para el Hermanito Pedro, entre los asientos de los bienes que quedaron al fallecimiento del Capitán don Pedro Federico Sánchez, aparece una escultura del Hermanito Pedro. «Imágenes… Otro del Hermano Pedro…1805.» (2)

CITAS

1. Archivo General de Centroamérica. Guatemala. B82.4, Exp. 24621, leg. 1,109, fol. 35.

2. AGCA. Guatemala. A2.1, Exp. 356, Leg. 17, Fol. 3v.