Desde hace algún tiempo los intelectuales hablan que vivimos en una realidad diferente al pasado siglo XX y se refieren específicamente al llamado “mundo multipolar”. Explican que el poder no se concentra más en un solo país, los Estados Unidos, por ejemplo, sino en variadas naciones que han cobrado fuerza en los últimos tiempos.
China es el país más citado. El dinero que ostentan, la tecnología explotada y el ejército que lucen, hacen ver con facilidad que ellos son los próximos protagonistas de la vida política planetaria. Sin olvidar, por supuesto, a Europa junto a los países emergentes (los del sur, por ejemplo) cuyo margen de maniobra es cada vez más evidente y ostensible.
Con lo que si los intelectuales tienen razón, viviremos o vivimos desde ya en un mundo quizá más complejo. Diverso, pero lleno de posibilidades. Complejo, pero no necesariamente más problemático que el que vivimos ahora. ¿Tendremos dificultad para llegar a consensos? Por supuesto, pero eso ofrece la ventaja también de margen de maniobra y límites para la arbitrariedad de un solo actor.
Algunos resienten el protagonismo de China y lo critican como el nuevo monstruo de siete cabezas, pero olvidan que los Estados Unidos no han sido ni angelicales ni santos de altar cuando se trata de defender sus intereses. Uno de los intelectuales temerosos es el filósofo esloveno Slavoj Zizek, quien recientemente ha dicho que la nación asiática es demasiado perversa para su gusto.
Primero dice que admira “muchas cosas de los chinos, aunque practican el colonialismo económico de forma muchísimo más brutal que el capitalismo occidental”. Luego defiende la política de Obama y expresa su preocupación por la pérdida de liderazgo de los Estados Unidos “al contrario de lo que piensan todavía muchos izquierdistas, no es el malo de la película”, en muchos de los conflictos que estamos viviendo. “Obama, por ejemplo, ha reaccionado en los temas de Irán o Siria de una forma muy razonable”.
Se trata, me parece, de una razonabilidad muy “sui generis” y que no compartirán muchos de los agraviados en esas latitudes del mundo. Sin embargo, no creo que un examen somero de la política exterior de los Estados Unidos resista la crítica y los convierta en una nación mucho más solvente que el “colonialismo económico brutal” chino del que habla Zizek.
O sea, me parece que no es que la China ni Europa, para citar dos ejemplos, sean mejores que la superpotencia americana, no lo son. Pero no creo que sean los peores en el concierto de las naciones: más colonialistas y más perversos para el expolio de los países con quienes se relacionan. Cuando se trata del ejercicio del poder no hay límites ni consideraciones éticas que atenúen a quien es alcanzado por esa fuerza.
Dice un dicho que “lo sublime del poder depende de las virtudes de quien lo tenga”, pero quienes practican esa fuerza en el nuevo entramado de países no son gente pía, sino políticos y banqueros, corredores de bolsa y empresarios de altos vuelos. Y creo que no necesita ninguna explicación la avaricia que ostentan cada uno de ellos.