Tras varias semanas de absoluto silencio y sin dar la menor muestra de existencia, ayer el Tribunal Supremo Electoral hizo una especie de presentación pública al dar a conocer su Acuerdo 117-2014, en el que endurece la posición de ese órgano de control con respecto a los partidos políticos y su olímpico desprecio por las normas legales vigentes. Hay que decir que deja una buena sensación que la primera postura pública del Tribunal Supremo Electoral vaya en esa dirección porque implica la intención de rescatar no sólo su autoridad, venida a menos, sino también el prestigio de la institución que fue pisoteado por el comportamiento de los dirigentes de las agrupaciones partidarias, quienes simple y sencillamente mandaron al diablo al TSE con sus multas, no digamos con palabras de advertencia.
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Los partidos políticos serios en todo el mundo trabajan incansablemente todos los días pero la campaña electoral la concentran en un período no muy largo antes de las elecciones. El trabajo diario de los partidos políticos que inciden en la vida de las naciones es arduo e intenso porque no sólo reclama la formación de sus cuadros y el análisis constante de la realidad nacional para hacer propuestas acordes con la tendencia ideológica, sino que también demanda un contacto permanente con los afiliados a fin de tomarlos en cuenta a la hora de hacer propuestas y representar, en verdad, el sentimiento de una corriente política.
En Guatemala los partidos tienen afiliados únicamente para cumplir con un requisito legal, pero los mismos ni pesan ni son tomados en cuenta. Nunca los afiliados tienen que ver con la designación de los candidatos y por ello es que los partidos prefieren tener el mínimo de estructura partidaria para no verse obligados a manipular asambleas municipales o departamentales en las que las bases pueden tomar decisiones.
En Guatemala la actividad política es únicamente de campaña electoral y por ello es que los partidos se pasan los años promoviendo a sus candidatos porque ni hay programas ni hay sustento alguno para hacer propuestas. Simplemente se trata de engatusar a suficientes incautos como para que le den el voto al dueño de alguno de los partidos políticos. Planes de gobierno salen sobrando porque para ir a saquear al Estado no hace falta más que seguir el ritmo del gobierno que sale y por ello no existe ninguna visión de largo plazo que nos permita abordar de forma distinta nuestros problemas.
El otro tema que tendrá que abordar el Tribunal Supremo Electoral es el del financiamiento privado a las campañas eternas. Cierto que no tiene los instrumentos idóneos para realizar un control estricto y absoluto, pero si se consolida ante la opinión pública por la firmeza de sus actuaciones, podrá convertirse en un factor importante y decisivo para promover la reforma legal que permita mecanismos de control para impedir que los flujos de capitales oscuros sean el factor más importante de una elección, tanto así que sirven para comprar, antes de que sean electos, a quienes han de gobernar al país que llegan maniatados para cumplirles a sus financistas sin derecho a chistar.