Me gusta leer las columnas que Néstor Larrazábal escribe en la Revista Mundo & Motor porque siempre sus razonamientos son muy lógicos, como cuando escribió que las luces intermitentes o de emergencia de los vehículos automotores en Guatemala son utilizadas por muchos conductores para estacionar en lugares prohibidos por el tiempo que ellos quieren, en vez de limitar su uso al propósito para el cual fueron inventados, como es la advertencia o la prevención.
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Lo anterior lo traigo a colación por los argumentos empleados por el presidente Pérez Molina para querer justificar que las compras o contrataciones que hace están basadas en ley porque esta le permite hacer “excepciones” al método o sistema normal de hacerlas, es decir a su sabor y antojo, llegando a volverse el modus operandi gubernamental, a pesar que su prometida transparencia debiera forzarlo a hacerlas por la vía de la licitación pública.
No puede irse en contra de la razón el primer mandatario por cuanto el término excepción lleva implícito la “excepcionalidad” de una compra. Para citar un caso: ¿quién duda de la urgente necesidad de comprar medicinas, equipo e instrumental médico para los hospitales públicos después de ocurrido un terremoto en Guatemala con la cauda de cientos de miles de heridos? Es decir, que si bien es cierto que la ley de compras permite hacer excepciones, se sobreentiende que es para cosas extraordinarias, no así las antojadizamente calificadas por funcionarios o empleados públicos. Y lo peor, como ya dije, que Pérez Molina deja de lado lo más importante, como lo es la transparencia y la credibilidad de su gobierno o ¿es que a estas alturas del partido le viene del norte lo anterior con tal de hacer lo que mejor le plazca?
De ahí que no es casualidad que las encuestas de opinión sigan marcando la pérdida de popularidad, la ausencia de confianza y la inexistente credibilidad del actual gobierno y todo debido a que desde que asumió el mando tiró al cesto de la basura sus promesas electorales, en especial, sus constantes peroratas por la imprescindible transparencia de su administración llegando hasta el punto de crear una oficina específica. Y todo esto y más se ve hasta en las cosas más simples y sencillas, como en el reciente viaje de la Vicepresidenta y su nene a la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II a Roma. Antes se aparentaba, se explicaba la importancia del viaje, las razones que lo motivaban y lo imprescindible que resultaba su presencia al costo que fuera. Ahora, simplemente se dice: ¡Hola, ya me fui, aquí estoy y les mando la foto!