El pensar es una acción innata que deriva del uso del raciocinio y consiste de acuerdo al DRAE en “reflexionar, examinar con cuidado una cosa para formar dictamen”. Esta facultad natural está dentro del ser humano desde su nacimiento, si no es que antes del mismo; y es el motor de toda actividad humana a lo largo o corto de la vida.
El pensar lleva aparejada la acción de reflexión y de ello nace la actitud de hacer o no hacer algo, por lo tanto, yo hago algo que he reflexionado y he pensado; lo transmito, lo digo, lo expongo, lo escribo y lo doy a conocer como una conducta muy personal e intrínseca.
Que yo diga de manera pública lo que he pensado, conlleva la aceptación o negación de quienes lo interpreten de acuerdo a su muy particular modo de pensar o experiencias vividas; de allí nace la aprobación de los argumentos o la indisposición a tolerarlos como no ciertos. Es decir, cada persona maneja su verdad de acuerdo a la formación axiológica en su hogar, en los diferentes centros de estudios, en los círculos de amigos o del trabajo o bien por el influjo religioso dogmático.
El ser humano se acomoda a vivir en una sociedad con un común denominador en relación a pensamientos, ideas, costumbres, intereses y valores; y desde ese confort emocional, le resulta chocante, de mal gusto, extraño e irrespetuoso en algunos casos, escuchar y concebir que su verdad no es universal, que no es verdadera y hasta es susceptible de demostración que la deje sin el valor que la fundamentaba.
Desde la conquista armada española hasta el día de hoy, la Historia de Guatemala nos demuestra que el expresarse de forma pública fue demasiado riesgoso, pues el criterio, razón y fundamentos de una opinión contraria al régimen de turno, fue y es considerada “de lesa humanidad” para los intereses de los siervos gobernantes y sus patronos oligarcas, quienes no tuvieron ni tienen el suficiente alcance intelectual para rebatir ideas, siendo sus respuestas ataques a la persona que las expresa, no a la idea planteada. Recordemos el pensamiento expresado por Francisco Villagrán Kramer: “En Guatemala no hay presos políticos… hay asesinados políticos”.
Los empleados de la oligarquía al mando del aparato estatal hicieron uso de la amenaza, intimidación, exilio forzado, secuestro, tortura y asesinato; por eso, la sociedad guatemalteca está como está; pues no hubo ni hay tolerancia, y por lo visto no la habrá a los criterios adversos.
La palabra TOLERANCIA deviene del idioma latín, tolerantia y es la “acción y efecto de tolerar. Es el respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras”. DRAE.
Usted es libre de pensar lo que quiera, pero no de expresarlo, pues si se atreve, los Aparatos Represivos del Estado al servicio de los dueños del país, lo perseguirán, acusarán y ligarán a proceso con el contubernio de jueces en esta nueva época de gorilas y generales vestidos de civiles, quienes disimulan sus carencias espirituales y académicas, (aunque hayan comprado los títulos atados con moños de seda, de doctores “honoris causa” en universidades Mickey Mouse), de todos modos, monos se quedaron.