Notas sobre la música de Felix Mendelssohn-Bartholdy


celso

Nos proponemos en la columna, de este sábado, analizar, muy brevemente, la obra musical de Felix Mendelssohn-Bartholdy, no sin antes decir que este es un homenaje de amor a Casiopea, esposa dorada, en quien mis venas vacían su sangre en sus ánforas élficas y en donde el llanto la designa aurora apasionada y alrededor de quien giro absorto pensando en su noche de astros y en quien muero impaciente de sed y martirio.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela


Música para piano
    Mendelssohn es sobre todo, el poeta de las Canciones sin palabras, las cuales tienen, dentro de la música, la misma significación que el Libro de los Cantares de Henrich Heine en la literatura.  Son flores del campo, que comparadas con las orquídeas de Chopin se nos antojan muy modestas y nos hacen pensar que no han abierto a la música nuevos medios de expresión.  Con elementos técnicos muy simples, consigue Mendelssohn sentimientos y pensamientos sencillos; precisamente por ello, su originalidad y encanto nos presentan un enigma psicológico-musical superior a las páginas más profundas de Bach y de Beethoven; una pieza como la Canción de Primavera, Opus 62, No. 6, es la personificación de lo natural, pero otra de más altura, como la Opus 38 No. 5, sugiere la comparación con las Baladas de Chopin y a su lado nos parece pobre.  La importancia de las Canciones sin palabras reside en su encantadora naturalidad.  Otros aspectos presentan Variaciones serias (1814) (la mejor obra para piano de Mendelssohn) y el Rondo capriccioso (1833), en el que se halla el maestro que compuso la música del “Sueño de una noche de verano”.

Concierto para violín en mi menor, Opus 64 (1845)
    Es en verdad más sencillo, desde el punto de vista técnico, que los conciertos de Brahms y Tchaikowsky, pero musicalmente diferente a ellos.  En las cuestiones referentes a la técnica del violín, Mendelssohn consultó repetidas veces al violinista Ferdinand David.  Los tiempos pasan al siguiente sin solución de continuidad.  Helos aquí:

I.- Ya en el segundo compás entra el solista con el lírico primer tema, añadiendo algunos pasajes de estilo recitado llenos de un carácter muy dramático.  La orquesta repite el primer pensamiento y el solista prosigue con un tema añejo, algo más movido.  Una transición con dobles notas lleva al tranquilo segundo tema (sol mayor), característico del maestro de las Canciones sin palabras.  Las flautas y los clarinetes interpretan su melodía por una nota pedal largamente tenida por el solista (cuerda sol, al aire); dicha melodía es tomada y ampliada a continuación por el solista.  En lugar de la repetición usual en la exposición, entra el violín en sol mayor con el primer tema, que es repetido por la orquesta y adornado por el solista.  De las bellezas del desarrollo mencionaremos la variación del tema añejo.  Por primera vez en la historia de la música, de cadencia prescrita, aunque con la indicación de ad libitum, se interpreta en todas las ocasiones.  Tras la cadencia aparece la reexposición con una coda sobre una variante del tema añejo.  II.- El fagot hace de puente entre ambos tiempos.  El arrullador Andante es una auténtica Canción sin palabras.  La parte central, introducida por un trino del solista, es en su melodía más seria y, gracias al trémolo, más movida.  III.- La transición da lugar a un Allegretto lleno de sentimiento, que de forma sorprendente se convierte en un estilístico y ambiental Scherzo (compás 4/4), semejante a la música del “Sueño de una noche de verano”.  Tras un diálogo juguetón sobre el primer motivo del primer tema, sigue éste en su totalidad interpretado por el solista.