Nuevas esperanzas


reloj_logo

Frente a la quimioterapia aparece una nueva forma de combatir la leucemia: la terapia genética. El director del Centro Abramson de Trasplantes de Médula y Sangre en la Universidad de Pennsylvania, David Porter, asegura que el método empleado es seguro. En la mayoría de los casos, este método ha acabado con las células afectadas.

Bárbara Sánchez Labajo
ccs@solidarios.org.es


La técnica se basa en la modificación genética de las zonas perjudicadas para acabar con el cáncer y evitar que se expanda. Esta cura se llama fármaco vivo porque se realiza una vez y prolifera por sí solo. La manera de hacerlo varía en función de las características de las células afectadas. Se pueden extraer y modificarlas en el laboratorio hasta conseguir que el transgén se haya integrado y funcione. Después se podrá inyectar en el paciente. Por el contrario, también se puede introducir ADN en el propio órgano dañado para realizar el proceso. En esta segunda opción no sería necesario extraer las células del cuerpo.

La introducción de la terapia genética es un avance muy beneficioso para la sociedad, ya que la leucemia es una enfermedad bastante usual. Forma parte de los 10 cánceres más comunes. Se manifiesta en niños que parecen sanos y sus primeros síntomas son el cansancio, la falta de apetito y la fiebre. Su tratamiento, hasta ahora, es la quimioterapia en la que se emplean varios medicamentos para acabar con las células leucémicas. Consta de tres partes: una de inducción, otra de consolidación y otra de mantenimiento. Pero la quimioterapia podría sustituirse por la terapia genética, que resulta más factible, ya que filtra la sangre para alterar los glóbulos blancos y luchar contra el cáncer.

Es una terapia que puede parecer cara, ya que oscila entre los 25 mil y los 100 mil dólares. Si las farmacéuticas colaboran, el tratamiento sería más accesible. Con los avances, se podría estudiar el uso de esta técnica como cura para otras enfermedades distintas a la leucemia. Es una alternativa a la quimioterapia, lo que hace que el paciente evite una serie de efectos secundarios como son alteraciones en el sistema digestivo que provocan vómitos, diarreas y estreñimiento, alteraciones en las papilas gustativas, caída del cabello o problemas en la vista, entre otras muchas otras consecuencias negativas para la salud. Además, la quimioterapia suele producir, en muchos pacientes, otros trastornos de carácter psicológico como son la depresión y la ansiedad.