Miles de personas en Guatemala son vulnerables a las adicciones y con el paso del tiempo resultan presas de vicios que llegan a ser el causante de la violencia y la desintegración de sus familias. Afortunadamente, existen organizaciones que velan por la rehabilitación de estas personas, como Remar Guatemala.
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Durante un recorrido a las instalaciones de “La Ciudad de los Niños” de Remar, ubicada en San José Villa Nueva, se pudo observar el trabajo que esta organización no gubernamental realiza a favor de las víctimas de las adicciones o de la desintegración familiar a causa de la violencia y el maltrato intrafamiliar.
Esta organización cristiana y benéfica cuenta con presencia activa en más de 62 países y en Guatemala inició su gestión de “rehabilitación y reinserción de marginados” en 1992.
Remar desarrolla programas de rehabilitación y reinserción para “la atención de niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, quienes han llegado al punto de la marginación social por varios motivos, como el abandono, drogadicción, alcoholismo, pobreza extrema, pandillas y enfermedad”, según la página Web de la organización social.
Desde bebés hasta jóvenes de 18 años habitan este recinto, que hace las veces de hogar. De acuerdo a Cristina de Mancilla, voluntaria permanente en Remar desde hace 9 años, el deber de esta organización es “reintegrar a las personas a la sociedad”, pues es común que luego de ser víctimas del maltrato o al verse reducidos a condiciones de indigencia a causa de diferentes adicciones, estas personas se cierren a nuevas oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.
La mayoría de las personas que ingresan a este recinto tienen en común una sola cosa: un pasado de abusos y violencia.
De acuerdo a una publicación de La Hora del 2012, el 49 por ciento de los jóvenes ha consumido marihuana y según la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Contra las Adicciones y el Tráfico Ilícito de Drogas (Seccatid), esa droga junto al alcohol, la cocaína y el crack son las sustancias más consumidas en el país. Cifra que explica en cierto porcentaje las prácticas de abuso y violencia que hoy día son tan comunes dentro de los hogares.
Según la entrevistada, alrededor de un 20 por ciento de las personas que acuden voluntariamente o son llevadas a la institución por juzgados de menores, se recuperan de sus adicciones y por tanto retoman el control de su vida.
Esto porque el proceso de recuperación ha llevado a muchos a abandonar sus últimos intentos por recuperarse y escapar de la ayuda ofrecida. Algunos regresan, otros no, dice de Mancilla, quien a su vez hace énfasis en que las instalaciones no son una cárcel, por lo que quienes han acudido voluntariamente también pueden retirarse.
De acuerdo a Maritza de Castellanos, voluntaria de Remar, actualmente hay 75 personas en rehabilitación, y 48 en el hogar de ancianos.
INSTALACIONES
“Somos una institución de contingencia social y rehabilitación integral donde ofrecemos instalaciones tipo hogar, teniendo como objetivo el ofrecer a los internos un ambiente lo más cercano posible a una familia”, indica la página de Remar.
Las instalaciones de Remar se asemejan a una colonia. Ocho casas conforman esta estructura habitacional que alberga a alrededor de 460 niños, incluyendo espacios para madres adolescentes y sus hijos. Los menores son distribuidos en estos lugares según su edad y género.
Remar también cuenta con comedores, áreas de recreación –parques, juegos infantiles, y una cancha para conciertos y juegos de futbol, muy popular entre los jóvenes– además de servicios básicos para la población, que también está conformada por maestros y voluntarios permanentes que apoyan la organización ad honórem.
Los voluntarios, muchos de los cuales eran niños de la organización y que luego de graduarse continuaron al servicio de esta población vulnerable, viven en el recinto. Parejas de esposos cuidan de cada casa, y en el caso de las casas para madres adolescentes, una madre soltera cuida de las jóvenes.
A diario, se preparan más de 600 platos de comida para alimentar a este grupo, que es subdividido en tres grupos pues el espacio del comedor no es suficiente, en cuanto al gasto de luz las cuentas no bajan de los 20 mil quetzales mensuales. Cada casa tiene cabida para 45 o 60 personas. Remar además tiene instalaciones en Quetzaltenango, Petén, Barberena, Santa Rosa y Amatitlán.
MADRES ADOLESCENTES
Los hogares para madres adolescentes dentro de la “Ciudad de los niños” dan a las jóvenes y a sus hijos la oportunidad de compartir junto con otras mujeres en un espacio de paz, una experiencia maternal diferente alejadas del entorno violento. Dentro de los hogares se aplica en los infantes prácticas de estimulación temprana.
A decir de De Mancilla, uno de los casos más recientes de Remar Guatemala es el ingreso de una niña de doce años, quien sufrió abusos sexuales cuando salía a comprar a la tienda.
Según de Mancilla, muchas de las jóvenes que ingresan a la casa tienen cierta resistencia para contar lo que realmente les ocurrió. En el caso de la menor de 12 años, en su primera entrevista con autoridades para dilucidar al culpable del abuso, rápidamente respondió que ella no sabía nada, que no recordaba nada.
Y así, muchas de estas madres guardan en lo profundo de su corazón la versión de hechos que han cambiado su vida de manera profunda, y que en ocasiones, después de algunos meses transcurridos se animan a testificarlos.
Mientras tanto, las investigaciones permanecen detenidas. En muchos casos se cree que la resistencia a contar la verdad tiene que ver con amenazas por parte del victimario hacia la víctima.
La mayoría de las mujeres que ocupan estas casas de madres jóvenes llegaron el centro a causa de abusos sexuales perpetrados por hombres de su familia, ya fueran padrastros, tíos, abuelos, hermanos o primos, y muchas de ellas tienen más de un hijo.
Una de las madres, hace muchos años, quedó embarazada por el abuso de su padrastro, cuando apenas tenía trece años. Según De Mancilla, su madre, la castigó creyendo que el padre de su hijo era alguien externo a su hogar. Poco tiempo después, quedó embarazada nuevamente a pesar de su condición de encierro, fue allí cuando se dio cuenta del abuso de su pareja.
Al preguntar si los familiares de estas menores habían conseguido ser tratados por la organización –ya fuera por adicción o problemas psicológicos–, la entrevistada respondió que no era común que el victimario decidiera tratarse. Un bajo porcentaje de los hombres atendidos por Remar son los victimarios de las menores.
CONSENCUENCIAS: ESTUDIOS
Por otro lado, las consecuencias de los abusos sufridos por esta población afectan directamente en la capacidad de absorber nuevos conocimientos en la escuela. Es común que los traumas generados por situaciones violentas influyan directamente en estas situaciones cotidianas.
Por lo que Remar también se ocupa de dar la atención debida a los menores a través de los colegios llamados “El Olivo”, a manera de enseñarles a su propio ritmo pues siempre tienen cierto grado de retraso en aprendizaje, según la voluntaria de Remar.
Paralelamente, ofrecen tratamiento psicológico que les ayude a enfrentar su realidad y así “encaminarlos” a una mejor vida.
En este sentido, existen dos colegios uno dedicado a estudiantes de nivel preprimario y primario, y un segundo colegio se especializa en estudios básicos y diversificados, el cual cuenta con las carreras de Magisterio de Educación Primaria, Perito Contador y Secretariado Bilingüe.
Los niños y jóvenes de Remar estudian de manera gratuita en las instalaciones en cualquier grado y durante el tiempo que vivan dentro de la organización, “recibiendo un plan de nivelación y teniendo la oportunidad de integrarse a un ambiente educativo normal”, indica la página de Remar, además buscan fomentar que estos niños con pasados difíciles puedan convivir en armonía con otros menores quienes sí pagan la inscripción, colegiaturas y demás gastos como cualquier otro colegio privado en el país, pero a costos accesibles.
PADRES SIN APARECER
Un problema latente, detectado en el mismo seno de la sociedad, es que muchos niños que actualmente habitan las instalaciones no encuentran a sus padres hasta que cumplen la mayoría de edad.
En este caso, De Mancilla opina que esto sucede porque los jóvenes ya “están logrados” y listos para enviarlos a trabajar, con lo que los padres muchas veces tienen una doble intencionalidad al no reclamar su paternidad sino hasta años después.
Uno de los casos expuestos por la voluntaria de Remar cuenta que un menor de 10 años fue llevado al lugar, y durante años se buscó a su familia, pero no aparecieron sino hasta que cumplió la mayoría de edad, momento en el que aprovecharon para realizar el reclamo.
DONACIONES Y APADRINAMIENTO
Mientras tanto, esta ONG se ocupa de buscar a personas ajenas a la organización para que apoyen esta importante misión mediante donaciones o apadrinamiento.
“Amar a los niños es el propósito primordial del programa, al llegar a este punto no solo se van a satisfacer las necesidades económicas de los niños, sino el amor que usted les brinde, será una siembra para un futuro mejor de ese menor y de nuestra sociedad”.
Además del apoyo económico, Remar busca que los niños tengan personas que se preocupen por su bienestar y desarrollo. Esto porque muchos de ellos a causa de las situaciones vividas no han tenido la oportunidad de recibir el trato y cuidados propios de un niño “normal”.
El programa de apadrinamiento funciona con una cuota mensual de 100 quetzales, que garantiza al padrino poder participar en la vida del menor en ocasiones especiales –como los cumpleaños y otras celebraciones-, a manera de ser un pariente “sustituto”.
A decir de De Mancilla, todo este apoyo es muy importante pero también lo es el poder compartir con los niños y jóvenes la fe cristiana, mediante el discipulado para enseñarles sobre “el amor de Jesucristo y sus propósitos de bendición para ellos”. “Nuestro principal propósito es encaminarlos a los pies de Cristo”, concluye.
Remar
Q 100
Es la cuota mensual que Remar solicita a quienes estén interesados en apoyar a los menores que han sufrido un entorno familiar problemático.
460
Personas viven en “La Ciudad de los Niños”
REHABILITACIÓN
20
Por ciento de las personas que ingresan a la rehabilitación se recuperan.
18
Personas fueron asignadas por la Procuraduría General de la Nación (PGN) en los últimos tres días para recibir rehabilitación.
Los centros de rehabilitación de Remar se encuentran en San Cristóbal, Sanarate, Santa Rosa; Amatitlán, Quetzaltenango y en Petén.