La derecha y el establishment en Guatemala ha recibido con alegría y alivio, la noticia de que Claudia Paz y Paz ya no seguirá al frente de la Fiscalía General y del Ministerio Público. Entre los ataques recibidos por la doctora Paz y Paz, en el contexto de la selección del nuevo titular de la Fiscalía General, hay uno que poderosamente me ha llamado la atención. Algún columnista vinculado al empresariado escribió que la carga ideológica de Claudia le impedía ser imparcial y ecuánime.
Probablemente se refería al hecho de que durante su gestión por primera vez en la historia, un ex Jefe de Estado había sido juzgado por el cargo de genocidio en su propio país.
Desde hace muchos años, la derecha neoliberal ha postulado “el fin de las ideologías”, recurso retórico que ha servido en realidad para eludir el hecho indudable de la existencia de distintas posturas: desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. El defender el “fin de las ideologías”, sirve para eludir el calificativo de “derecha” que la propia derecha considera peyorativo y también para argumentar la necesidad de un pensamiento único disfrazado de objetividad. Atacar a Claudia Paz y Paz por su ideología, es asumir que es posible para el ser humano no tenerla. El propio articulista da muestra en sus artículos, y particularmente el que ahora comento, de una fuerte ideologización en sus argumentos. En síntesis, todos tenemos una ideología y es imposible evitarla.
La Fiscal General electa, la abogada Thelma Aldana, tampoco es una excepción. Basta ver su trayectoria (el lector/a puede buscarla en una reciente publicación del Centro de Medios Independientes) para constatar que la nueva Fiscal es una persona de derecha. Puede uno barruntar tal ideología cuando se sabe de sus vínculos con la cúspide empresarial a través del Comité Coordinador de Cámaras Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), desde sus años formativos hasta en la actualidad. Cuando se lee en algún informe del apoyo que ha recibido de un personaje muy influyente en la abogacía guatemalteca, el empresario Roberto López Villatoro, apodado “El rey del tenis”. Por cierto, López Villatoro ha estado vinculado al partido y a la familia de Efraín Ríos Montt. Finalmente, la propia abogada Aldana ha declarado en entrevistas de manera franca y valiente, ser de derecha.
Ningún funcionario público en ningún país, está exento de tener una carga ideológica. De los funcionarios públicos solamente se espera que tengan un equilibrio entre lo que Max Weber llamó “La ética de la convicción” y “la ética de la responsabilidad”. En otras palabras, esto significa ejercer sus funciones públicas sin abandonar los principios ideológicos, pero impidiendo que sean éstos los que normen sus decisiones, sino las necesidades del Estado y la sociedad en cuestión.
La historia ha empezado a poner en el justo lugar que merece a Claudia Paz y Paz. Es de esperarse que su sucesora, en el contexto de su ideología, sea una digna sucesora de quien ha empezado a ser llamada la Fiscal de la Dignidad.