El gran debate acerca de la relación entre el crecimiento y el desarrollo continúa vigente. El crecimiento del PIB como un indicador de desarrollo sin duda es cierto, pero también, inevitablemente, su incremento porcentual anual es insuficiente; es decir, el crecimiento del PIB es imprescindible para el desarrollo, es una condición necesaria pero no suficiente. Qué hacer con un crecimiento que en promedio es del 3% en los últimos años, cuando la tasa de crecimiento poblacional es del 2.4% anual.
El modelo económico de crecimiento hacia afuera ha sido positivo, sin duda, las exportaciones se han incrementado de forma importante, también se han diversificado, se han explorado nuevos mercados, aunque todavía no se rompe de la alta dependencia de las exportaciones a Estados Unidos (40%); pero uno de los más grandes problemas es la alta dependencia de importaciones y aunque éstas son importantes para la economía nacional, se concentran en gran medida en productos de consumo, con lo cual el engarce con la producción industrial todavía no es tan relevante, como para apuntalar un crecimiento económico en donde la industria juegue un papel trascendental, pues hoy ciertamente la producción fabril es del 19% aproximadamente, pero no es suficiente para romper la hegemonía de los servicios y el comercio, como las actividades económicas de mayor peso en el PIB.
La apertura comercial ha contribuido a apuntalar un tejido empresarial distinto, pero desafortunadamente la concentración de mercados es todavía significativa; ello significa que la tendencia al oligopolio y al monopolio o monopsonio, son muestras claras de mercados imperfectos y poco desarrollados en materia de competencia y competitividad. Guatemala es todavía hoy uno de los pocos países en el continente americano que no cuenta con una Ley de Competencia y aunque se planteó una iniciativa en la actual legislatura, la misma profundizaba la tendencia permanente a no perder privilegios y a sostener un mercantilismo que no da muestras de convertirse en capitalismo, proponiendo una instancia de supervisión liderado por las cámaras empresariales, con propuestas así, como se pretende insertarse en un capitalismo moderno.
Hoy se habla de la necesidad de enfrentar las expresiones de la desigualdad en los países, prácticamente todos los organismos internacionales lo plantean, aunque en diferentes formas y con distintos mecanismos, pero todos coinciden en la necesidad de resolver estas graves diferencias en los países para avanzar en una agenda de desarrollo, buscando una sociedad más equilibrada, en donde el Estado dote de servicios fundamentales para la población de una forma eficiente y que asegure la accesibilidad, así como profundice la cantidad y calidad de los servicios y consiga cubrir a la mayoría de la población. En 2012, por ejemplo, el servicio público de salud atendió 20 millones de consultas (con una rotación de 3, significaría que alrededor de 7 millones de personas llegaron a los centros de servicio de salud pública); en educación existen alrededor de 4 millones de niños con edad escolar en el sistema educativo; de estos 3.2 millones se encuentran en el servicio público; el transporte público moviliza alrededor de 1.2 millones de personas diarias; el 65% de este servicio de transporte es prestado por los llamados “Tomates”, el peor de los servicios; el seguro social, únicamente cubre al 12% de la población económicamente activa y su universalidad, ¿en dónde quedó tirada?.
En fin, es necesario ser serios para enfrentar las condiciones económicas de una sociedad que demanda cambios y transformaciones profundas para efectivamente conseguir una vinculación entre el crecimiento y el desarrollo y llegar a los grupos poblacionales más postergados de la sociedad.