El Museo Popol Vuh inauguró el mes de los museos con la conferencia histórica acerca de la Guatemala que quedó congelada en las excelentes imágenes que tomó Muybridge hace ya casi 140 años.
Como lo explicó el doctor Aníbal Chajón en su amena exposición, Muybridge era un personaje peculiar y brillante, con algunos pincelazos de aventurero.
Era fotógrafo, y muy bueno, pero ese calificativo se queda corto porque también fue un reconocido investigador de las nuevas técnicas fotográficas así como estudioso del movimiento y de la anatomía humana. Para los guatemaltecos que habremos oído hablar de él lo situamos como un gringo que vino a Guatemala en la época de Justo Rufino Barrios y se le ocurrió tomar unas fotos, entre ellas unas desde el Cerrito del Carmen hacia el centro de la ciudad. Es la más reproducida pero hay muchas más, casi cien.
Muybridge, que en atención a los nombres de los reyes británicos cambió el suyo y se le conoció también con el nombre Eadwaerd y con el apellido Muggeridge nació en un pequeño pueblo al sur-este de Londres. A los 21 años emigró a los Estados Unidos por razones que se desconocen. Empezó con el negocio de editorial y ventas de libros. Atraído por las novedades que llegaban desde California, especialmente la fiebre del oro, hizo el largo viaje a la costa oeste. En ese entonces la fotografía era una práctica que solo podían desarrollar muy pocos técnicos que tuvieran el pesado equipo y el conocimiento de las largas etapas del revelado e impresión. Era casi una ciencia esotérica. Muybridge se fue especializando y tuvo muchos contratos, entre ellos el del fundador de la Universidad de Stanford que lo contrató para varias tomas de los jardines de su casa. Recorrió también varias regiones del oeste y las tomas que hizo del parque Yosemite son una muestra de su depurada técnica y concepto artístico. No parecen haber sido tomadas hace casi siglo y medio.
En California y a sus 41 años se casó con Flora Shallcross, una joven divorciada de 21 años quien siete meses después dio a luz a un niño. Con las dudas de Muybridge montó en cólera incontenible que lo impulsó a buscar al exesposo y sin decir palabra le acertó varios disparos. Fue detenido y encausado. Su mecenas, Leland Stanford, que también era gobernador de California, le apoyó con sus abogados que finalmente lograron una sentencia absolutoria por homicidio pero con “causal justificada”. Sin embargo, la situación era complicada por lo que Stanford, quien asimismo era magnate de ferrocarriles, lo envió a Centroamérica para que tomara fotografías en vistas a algún proyecto futuro.
Empezó en Panamá y fue subiendo por los diferentes países hasta llegar a Guatemala que fue donde más se detuvo. Gracias a ese viaje tenemos plasmados momentos del ayer que reviven con solo verlos. El autor tenía predilección por los detalles arquitectónicos: iglesias, edificios gubernamentales, casas. Pero la variedad de fotos es muy amplia, desde la punta de los volcanes Agua y Santa María, hasta las fincas de café y cochinilla en la costa pasando por las tomas de la ciudad capital, Quetzaltenango y La Antigua. No quiero ampliarme en la descripción de las imágenes porque, como reza el dicho, una foto habla más que mil palabras.
Finalmente, Muybridge regresó a Estados Unidos y viajó a Inglaterra donde dio conferencias en el Instituto Real. Se le reconoce mundialmente por ser un pionero en el montaje de fotos (hoy photo shop), y sobre todo un precursor del cine (vean El caballo en movimiento o Las bailarinas).