Uno tiene que entender cómo es que funciona el sistema político del país para saber que aquí no estamos para andar esperando milagros y que situaciones como la que se vivió en el gobierno anterior, cuando la CICIG realizó una presión extraordinaria para sacudir al gobierno de Colom tras la elección de Conrado Reyes como Fiscal General, no se volverán a repetir. El sistema aprendió la lección y sufrió los acomodos necesarios para no sufrir sobresaltos y asegurar que todo va a discurrir dentro de la más absoluta “normalidad”, entendida ésta como la eficacia de un sistema bien diseñado para conservar el estado de cosas en el país.
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La elección de la licenciada Thelma Aldana como Fiscal General es producto de ese acomodo y aprendizaje, tanto así que se puede observar entre los analistas una adecuada recepción al nombramiento, pese a que previamente se había dicho que la todavía magistrada de la Corte Suprema de Justicia respondía a compromisos muy directos con la cúpula de gobierno. Su anuncio de que impulsará la creación de una política institucional de combate a la corrupción ha merecido buenos comentarios y se le ha dado el beneficio de la duda que es importante para cualquier funcionario nuevo, pero más cuando se llega tras un proceso tan traumático como el que se dio desde que la CC dispuso ordenar que el período de la doctora Paz y Paz fuera drásticamente reducido.
La institucionalidad en el Ministerio Público ha dado pasos importantes en los últimos años y vale la pena velar para que ese avance se consolide. Sabemos que se refiere sobre todo a la capacidad de luchar contra ciertas formas de crimen organizado y en los delitos contra la vida. En medio de las limitaciones y de las estructuras tan arraigadas en el sistema de justicia, algo se logró adelantar aun y cuando quede mucha tarea por delante. Esos logros hay que consolidarlos y la ciudadanía tendrá que presionar para que dentro del diseño de una política nacional contra la criminalidad quede incluido el tema de la corrupción, pero se entiende que si el sistema sigue funcionando con tanta eficiencia, ni modo que se va a afectar lo que constituye su principal objetivo que es garantizar que los que se benefician con los negocios realizados a la sombra del Estado se van a ver expuestos a algún riesgo.
Ahora viene la elección de los magistrados de Salas de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia y el proceso se repite sin mayores cambios. Salvo que en el Colegio de Abogados pudiera darse una milagrosa participación de la mayoría de agremiados no comprometidos con las mafias, lo cual no parece probable por la indiferencia que el gremio ha mostrado en términos generales, las futuras postuladoras serán otra vez controladas por esa alianza que es mezcla de ideología e interés en negocios comunes y que se manifiesta básicamente en el mundo universitario.
El sistema se acomoda y funciona a la perfección, extremo que muchos ciudadanos no entienden o se niegan a entender. Y por ello, casos como el de Paz y Paz o el de César Barrientos, caen en aquella expresión de que una golondrina no hace verano.