Concluida Semana Santa, iniciamos un recorrido por el Norte y Oriente del país. Me tomó un gran esfuerzo recopilar información turística, increíblemente el Instituto Guatemalteco de Turismo, a pesar de los millones de millones que maneja, no tiene prácticamente nada sobre los circuitos turísticos que anuncia en la prensa. Es más, tuve que comprar en una gasolinera de la capital un adecuado mapa turístico.
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Iniciamos el recorrido en Quiriguá, pernoctando en un excelente hotel en Río Hondo, dotado de muy buenas habitaciones, piscina y comida, cobran sus servicios en quetzales. Continuamos a Río Dulce, donde pernoctamos en un hotel de nombre guatemalteco, propiedad de una pareja, ella argentina y él israelí. El hotel antes se llamaba Marimonte, hoy tiene nombre “achapinado”. Me llamó poderosamente la atención que el cobro no solo se me requirió en dólares, sino a diferencia de todos los hoteles del mundo, el servicio se cobra previamente a pesar que estaba garantizado por una tarjeta de crédito a una ilegal tasa de cambio.
Gracias a un distinguido amigo recorrimos parte del lago de Izabal, el Castillo de San Felipe y el golfete de Río Dulce en una linda embarcación. Al regresar al hotel y dirigirnos a nuestras habitaciones me preocupó la escasa y a veces inexistente iluminación para poder caminar dentro del mismo; menos mal que teníamos linternas propias. Al día siguiente nos levantamos temprano para aprovechar el día en Río Dulce, acompañado por uno de los gerentes del hotel, nos dirigimos a la cafetería a desayunar, al bajar por la única rampa de acceso le indiqué al ejecutivo hotelero que la rampa me parecía pésimamente diseñada y que sería motivo de accidentes, problemas y como consecuencia de ellos responsabilidades civiles y penales para el hotel. El muchacho gentilmente me dijo: “apóyese en mí para bajar”. Al apoyarme y dar el siguiente paso, como que si fuera adivino, me fui de bruces, cayendo dos o tres metros y lesionándome severamente el pie derecho, la rodilla izquierda, donde parece se me rompió la rótula y/o lesionó un menisco; además se me produjo un hematoma en el codo izquierdo y una herida en el pie.
No queriendo estropearles la visita a mis amigos, abordamos la embarcación del amigo y recorrimos todo el río Dulce hasta Livingston y Playa Blanca. Al regresar al hotel por la noche tuve que ingerir varios medicamentos e inyectarme un relajante y antiinflamatorio para poder conciliar el sueño.
Como soldado que me jacto de haber sido, haciendo de tripas corazón, nos desplazamos a Flores, Petén donde pernoctamos dos días en un precioso hotel propiedad de guatemaltecos, localizado en la bifurcación de carreteras que se dirigen a Tikal y Flores, Petén; quienes lo concibieron y diseñaron merecen una felicitación. Al siguiente día, con el apoyo solicitado al Ministerio de Cultura y Deportes, fuimos recibidos por el administrador, un caballero de apellido Villatoro, quien ya tenía un excelente guía que acompañó a mis amigos a visitar los diferentes monumentos mayas de Tikal, yo no tuve más que aguantar y quedarme en el vehículo sufriendo porque no podía caminar.
¡Guatemala es primero!
Continuará.