Unos 5.000 brasileños empobrecidos ocupan ilegalmente terrenos cercanos al estadio donde se realizará el partido inaugural de la copa mundial de fútbol, diciendo que la construcción de éste es culpable de la subida de la renta que los obligó a dejar sus viviendas.
Las familias viven desafiando a los insectos, la escasa alimentación y la falta de privacidad en un terreno de aproximadamente 15 hectáreas (37 acres) en las colinas del este de Sao Paulo.
Los residentes del nuevo barrio de tiendas de campaña ubicado a poco más de tres kilómetros (dos millas) del estadio dicen que la renta en su barrio aumentó como resultado de la fiebre inmobiliaria por la copa mundial.
Las familias señalaron esta semana que esperan que gobierno se compadezca y los ayude a asegurar una vivienda que puedan considerar suya.
Empero, la ocupación ha venido a simbolizar la persistente disparidad de ingresos en Brasil y la frustración de las clases menesterosas con los gastos del gobierno centrados en estadios de primera clase en lugar de brindar viviendas asequibles y mejorar las escuelas, hospitales y otros lugares públicos.
«No nos oponemos a la copa mundial», insistió Rita de Cassia, una enfermera de 35 años según la cual su casero duplicó la renta de su cercana casa de un solo dormitorio, lo que le obligó a dejarla. «Nos oponemos a cómo intentan engañarnos. Dan prioridad al fútbol y se olvidan de las familias, del pueblo brasileño».
De Cassia dijo que ella y sus vecinos notaron el aumento de la renta en el barrio de Itaquera en los últimos dos años. La madre de tres dijo que su esposo carpintero está desempleado y viven de sus 350 dólares mensuales, un salario con el que solía pagar anteriormente 110 dólares de renta mensual.
A principios de año el casero les notificó que la renta sería aumentada a 220 dólares.
«No tenemos ese dinero», indicó. «No tendríamos ropa. No tendríamos comida».
Se unió a otras 5.000 personas organizadas por un grupo llamado Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, que ayuda a las familias a levantar tiendas.
Robson Goncalves, uno de los líderes del movimiento que supervise la ocupación llamada «La Copa del Pueblo», dijo desconocer quién es el propietario de la tierra, unos 150.000 metros cuadrados (37 acres). Lleva abandonado unas dos décadas, según el organizador, pero destacó que nadie lo reclamó desde que comenzaron a llegar familias el pasado fin de semana.