El 19 de septiembre del año 2005, cuando al frente de la Presidencia de la República de Guatemala se encontraba el empresario Óscar Berger, el diario La Hora expresó su preocupación por los altos niveles de inflación que en ese tiempo ya estaban golpeando a la población.
En efecto, el Editorial de este vespertino puntualizaba: “…cada día el panorama se vuelve más oscuro como consecuencia de la falta de atención a los problemas sociales y la creencia evidente en mucha gente del gobierno, de que todo marcha bien y que fuera de unos pocos agitadores, el resto de la población está satisfecha con los resultados del régimen”.
En la actualidad, la situación está igual o peor que en el año 2005. Al respecto, el Editorial en referencia indicaba: “Lo cierto del caso es que el costo de la vida está impactando en forma muy dura a la mayoría de guatemaltecos porque todos los días aumentan los precios de los bienes y servicios, mientras que los salarios no se mueven porque hay una decisión compartida por los empresarios y el gobierno, sobre la inamovilidad de los salarios a no ser bajo el concepto etéreo y subjetivo de la productividad”.
En los últimos días, se ha registrado una impresionante escalada de precios de los artículos de consumo diario, de las medicinas y de las consultas en las clínicas de los médicos particulares. El derecho a la salud, que es un derecho humano reconocido por las leyes de Guatemala y los convenios internacionales, lastimosamente se ha convertido en un floreciente negocio a costa del sufrimiento de los más pobres. En pocas palabras, la clase dominante está ahorcando al pueblo.
El tema de las medicinas llora sangre, pues según el diario Prensa Libre del pasado 25 de abril, en Guatemala estos productos cuestan hasta 300 % más caros en comparación con los precios vigentes en otros países de la región de Centroamérica.
La explicación del fenómeno es que en Guatemala rige la llamada economía del libre mercado, que algunos ciudadanos en forma irónica han bautizado como la economía del libre robo.
Desde que los gobiernos ultraderechistas como el actual, abrieron las puertas para que los empresarios pudieran fijar los precios sin ningún control estatal, el costo de vida ha aumentado y sigue aumentando en forma desmesurada.