Cuando suceden hechos como el que terminó esta semana con la elaboración de una lista de 6 candidatos a Fiscal General en la que no estaba incluida la actual jefa del Ministerio Público que contó con buena calificación, es razón para que, de nuevo, surja el grito de la reforma en Guatemala sobre un mandato que evidentemente se hizo para ayudar por la transparencia pero que se quedó corto ante la capacidad y eficiencia de los dueños del poder real.
Pero el principal problema es que la solución a este problema no es la reforma al mandato de integración de las comisiones. Guatemala se ha convertido en un país en que para todos lados y a todo nivel, lo que hace falta es una reforma porque los resultados en general son deficientes y nos dejan en desventaja.
Y solo para dar un ejemplo, hablamos de la reforma política para que contemos con partidos políticos democráticos en que la capacidad e integridad sea el principal requisito para sus dirigentes; que nos deje un Congreso de la República que ya no sea la plaza en que se vende el reciclaje para que la basura le dé de comer a los buitres y que finalmente tengamos un pleno dedicado a legislar en pro de la defensa de los representados.
Deberíamos tener una reforma fiscal auténtica que cumpla con lo que cualquier Estado medianamente responsable requiere para poder pagar el costo de la construcción de Nación y que demuestre con energía la obligatoriedad del pago de los impuestos. A la vez, una reforma a la Contraloría General de Cuentas de la Nación y al Ministerio Público para que entiendan que hacerse millonario con el dinero del pueblo es robar y que estamos hartos de que no hagan nada ante la fábrica de millonarios que se llama administración pública.
Y podemos hablar de muchas más como la reforma policial y del Organismo Judicial para la justicia; del sistema de salud y de un Ministerio de Educación que no educa. Como también la reforma de una sociedad que evade responsabilidades y es cómplice de la corrupción.
Pero creemos que todas estas reformas se terminan quedando en sueños, porque la única reforma necesaria es la que tenemos que hacernos cada uno de los ciudadanos en lo particular para dejar ya de tolerar que nos sigan viendo la cara de tontos mientras los sinvergüenzas ganan la batalla. Hecha la ley, hecha la trampa, reza el dicho y este es el momento en que una reforma de nuestra actitud es la que hace falta para que esto acabe. ¿Conoce a algún corrupto? Dígale que usted sabe qué tan sucio es.
MINUTERO:
El corrupto anda tranquilo
engordando la barriga;
la población no castiga
al que roba sin sigilo