Cuando leí en primera plana de La Hora del pasado martes que el honorable diputado Edgar Ajcip había renunciado al partido Lider, me quedé atónito, sobre todo cuando me enteré de las causas que habían provocado que el ilustre legislador abandonara a la organización fundada, organizada y financiada por su precandidato presidencial Manuel Baldizón, arguyendo sólidos e inusitados argumentos corroborados al día siguiente por los diarios matutinos.
Es que el fogueado político nativo del vecino municipio de San Pedro Sacatepéquez, donde inició su fatigoso recorrido por las rutas del transparente ámbito partidista en calidad de alcalde, reveló algunos detalles que lejos estaba yo de imaginar que pudieran ocurrir en los escenarios en los que se ha desenvuelto; pero fundamentalmente en los aparentemente tortuosos senderos y atajos que conducen al escarnecido Congreso de la República.
La dimisión del brillante parlamentario a las filas del colectivo que abandera el controvertido petenero Manuel Baldizón, levantó una oleada de rumores y especulaciones entre la castidad angelical de sus colegas en el Organismo Legislativo y esas conjeturas encontraron eco en las páginas de los diarios impresos, lo que me permitió enterarme de algunas maniobras que se ejecutan en curules, pasillos, comisiones, bancadas y salas del edificio parlamentario.
Los periódicos recordaron que el impoluto congresista, antes de honrar con su presencia una de las históricas butacas del hemiciclo unicameral y después de haber regido con notoria respetabilidad la alcaldía de la comunidad de donde proviene, fungió de director ejecutivo del desaparecido Fondo Nacional para la Paz, donde otros personajes de trayectorias sin arrugas y sin mancha, previa y posteriormente a la gestión de Ajcip, ejercieron sus funciones con angustiosas jornadas de honestidad, como el último de los titulares de Fonapaz, el recatado Armando Paniagua, a quien el mismo Presidente le agradeció sus servicios por presunta conducta impropia.
Precisamente porque el púdico diputado Ajcip, ex secretario privado del presidenciable Baldizón, no soporta que homólogos suyos se atrevan a proceder indecentemente, fue que prefirió abandonar las filas del Lider, toda vez que, según declaraciones que se le atribuyen al dimitente, muchas organizaciones políticas “se prostituyen“ mediante “pagos, sobornos y comisiones bajo la mesa, inclusive alianzas con el crimen organizado para realizar campañas electorales”.
Vale la pena recordar que el ahora “diputado disidente”, en los inicios de su travesía por las sudorosas rutas de la incomprendida política criolla, militó en el agonizante PAN. Luego, como en ese partido no campeaba la ansiada honestidad que anhela don Edgar, dispuso renunciar y engrosó las filas de la Gana, en tiempos del presidente Óscar Berger, y como tampoco encontró visos de decencia, se unió al Lider, del cual fue secretario general adjunto.
¡Quién se iba a imaginar que pudieran ocurrir semejantes perversidades entre los castos políticos guatemaltecos!
(El ujier Romualdo Tishudo le pide a la secretaria de cierto diputado independiente: -Por favor deme 157 sobres redondos -¿Redondos? –Sí, su jefe quiere enviar una circular a sus colegas)