Gunther Gerzso


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El desarrollo del arte latinoamericano se ha caracterizado por una constante simbiosis de lo político y lo estético. Sin embargo, ha habido algunos pocos pintores, quienes con magia y maestría, han evadido dicha conjunción de paradigmas y creado una obra independiente y de valor estético universal. Gunther Gerzso es uno de esos y uno de los más grandes pintores de América Latina

HÉCTOR CAMARGO
heki06@gmail.com

PRIMEROS PASOS
Gunther Gerzso, escenarista, decorador y teatrista, fue un pintor mexicano de origen judío y europeo. Su padre fue un comerciante húngaro y su madre una cantante alemana. Ambos de familias judías. Pero Gerzso nació en México y fue el producto de la fértil multiculturalidad que caracteriza al fenómeno de la migración. El pintor nació en 1915, en pleno desarrollo de los proyectos de la Revolución mexicana, y murió a la edad de 75 años, después de una vida completamente dedicada al arte.

Gerzso, todavía siendo un niño, enfrentó junto a su familia los estragos de la crisis económica de la sociedad mexicana producidos por la convulsión revolucionaria de los años veinte. A causa de esto, de la precariedad económica, Garzso fue enviado a Suiza para vivir con su tío quien era una autoridad en el mundo del arte. Durante su estadía en Suiza. Gerzso, aparte de conocer a Paul Klee, entró en contacto directo con las obras de los grandes maestros de la pintura europea como Tiziano, P. Cezanne, E. Delacroix y Rembrandt.

EL CINE
Y parece que los efectos de las crisis económicas fueron una constante en la vida de Gerzso, quien a causa de la Gran Depresión europea de los años 30, tuvo que regresar a su país de origen. De vuelta en México, Gerzso inicia su verdadero desarrollo en el mundo del arte. Por pasatiempo empieza a pintar pero, sobre todo, se sumerge en el universo de las palabras. La escritura será su espacio a descubrir.

Primero empieza a escribir ensayos y obras de teatro. Luego tendrá mucho éxito como escritor de libretos o escenarios para películas mexicanas, francesas y norteamericanas. Gerzso, por su genialidad, se gana el favor de la crítica cinéfila. Y el éxito en el ámbito cinematográfico de Gerzso lo lleva a colaborar con directores de cine de renombre tales como Luis Buñuel y John Huston con el clásico cinematográfico: Bajo el volcán.

LA APOLITICIDAD
Resulta además interesante, fiel lector (a), que Gunther Gerzso -como Rufino Tamayo- es un  pintor que alcanzó no solo una profundidad estética y conceptual, sino también una amplia y merecida fama internacional. Y es importante señalar que lo anterior se produjo sin haber tenido necesidad de volverse partidario de ningún movimiento político o corriente ideológica de su tiempo.

Esto podría parecernos un tanto insignificante. Sin embargo, en tiempos del pintor la apoliticidad de un artista no era una bandera fácil de sostener. Sobre todo, a causa de los medios artísticos y culturales mexicanos que estaban enormemente influenciados y controlados por artistas no solo famosos sino también con peso de decisión tanto en la opinión pública como en las instancias gestoras de la cultura.

OBRA
La obra de Gerzso tiene muchas caras que van del cubismo y surrealismo a lo puramente abstracto. En esto último, como su firme independencia estética ante dictámenes ideológicos, son las características que lo emparentan con ese otro grande de la pintura mexicana llamado Rufino Tamayo. Ciertamente es dicha autonomía ideológica, que en ese entonces significaba no seguir los dictámenes conceptuales del arte oficial –el Muralismo- y de sus máximos jerarcas –Rivera, Orozco y Siqueiros- produjo un tipo de pintura independiente.

El estilo surrealista es una etapa en la evolución plástica de Gerzso. Esto se dio, sobre todo, a partir de mediados de la década de los años cuarenta cuando el pintor se unió a un grupo de artistas exiliados y totalmente afines al estilo surrealista en la pintura. Pero, ante todo, es importante señalar que su obra en general es, en gran medida, pionera y fundadora de la pintura abstracta en México.

Luis Cardoza y Aragón, quien es uno de los mejores y más serios críticos de la obra de Gerzso, percibió y exaltó desde muy temprano la profundidad conceptual, reflexiva y estética que el espectador experimenta frente su obra. La simbiosis de líneas rectas, formas rectangulares, espacios geométricos y composiciones espaciales consolidan una obra, en su mayoría abstracta, que invita a la reflexión conceptual y casi metafísica.

En efecto, tanta es la profundidad y magnitud estética de la obra de Gerzso que Cardoza y Aragón, en su elogio crítico, no repara en utilizar un lenguaje puramente de orden kantiano y poco familiar en el ámbito de la crítica pictórica. Ciertamente, Cardoza y Aragón pensaba que, ante la pintura oficial y en boga, era necesario entender y apreciar a los pintores independientes.

O sea, los pintores quienes -a costa de ser marginados y denigrados- habían guardado su autonomía artística y no se habían doblegado a los principios radicales y dogmáticos que imponían los Muralistas. Debido a que éstos eran quienes, en ese entonces, monopolizaban la escena artística mexicana. Pero Gerzso –como Tamayo y Carlos Mérida- eran artistas que escudriñaban el mundo de las artes con fines puramente estéticos y no ideológicos. Estos artistas eran –a los ojos de Cardoza- pintores que no se servían de la pintura, sino más bien eran fieles servidores de ésta.

Lo anterior es del todo significativo debido a que aparte de ser un elogio a los pintores apolíticos, significa también una sutil crítica al movimiento de los Muralistas quienes, aunque excelentes pintores, eran también bastante fanáticos y ortodoxos con sus principios ideológicos y programa políticos.

Entonces, culto lector (a), quisiera cerrar el presente artículo con las palabras de Octavio Paz sobre este artista judío universal. “Más que un sistema de formas, la pintura de Gerzso es un sistema de alusiones. Pintura que no cuenta pero que dice sin decir: las formas y colores que ve el ojo señalan hacia otra realidad. Invisible pero presente, en cada cuadro de Gerzso hay un secreto. Su pintura no lo muestra: lo señala”.

Por pasatiempo empieza a pintar, pero sobre todo, se sumerge en el universo de las palabras. La escritura será su espacio a descubrir.