Continuando con el tema del 10-4-14, el tercer nivel en la jerarquía de Maslow, son el amor y la pertenencia. Creo que ambos deben ejercitarse desde el nacimiento del niño, paralelo a los primeros dos niveles. No es necesariamente pasar un escalón antes de subir al siguiente. Los dos son parte del crecimiento personal del niño y del joven que tendrán que tener amistades, relaciones sanas que les den el sentido de pertenencia, que como humano, todo ser necesita. Aquí está el nivel donde el desbalance o ausencia de los dos niveles anteriores produce conductas que riñen con la convivencia armónica entre los miembros de la sociedad.
El cuarto nivel nos lleva a la autoestima del individuo. Si se ha dado el desequilibrio en los niveles anteriores, es muy posible que niños o jóvenes sientan que no pueden lograr mayor cosa y lo manifiestan en la repetición escolar o en su deserción de la escuela. Al hacerlo ya no tienen acceso a grupos de amigos, relaciones sanas, su pertenencia está en el aire. No obtienen el reconocimiento de haber hecho algo bueno, mucho menos sentir el prestigio de sus acciones. Como no encuentran consuelo en la familia, buscan pertenencia en otros grupos que pueden ser negativos. Este es un avance de la “enfermedad silenciosa” que resulta ser de nuevo la violencia.
El quinto nivel que señala Maslow es la autorrealización; es sentirse satisfecho por lo logrado en su crecimiento y desarrollo de su potencial, conocimientos y sobre todo sentir paz interior.
La semana antepasada, la señora Elena de Cohen dio una plática acerca de los efectos de la violencia en el comportamiento de los niños y los jóvenes. Ella también presentó una pirámide de elementos que exponen a los niños y jóvenes a ver y vivir la violencia y que a la larga demuestran un comportamiento violento.
En primer nivel están los estímulos ambientales y productos comerciales como son los video-juegos, el ritmo y la letra de canciones, elementos de una cultura popular que cae en violencia en muchos casos. El video-juego es escalonado también; demanda el dominio básico del primer nivel antes de subir al próximo hasta llegar a dominar el juego a la vez de estar expuesto a la violencia sutil que afecta el comportamiento de los niños y de los jóvenes. Piensen que igual que en el juego, la violencia es la mejor manera de resolver sus dificultades. Eso los lleva a un segundo nivel que son las experiencias reales de sus “mundos” inmediatos.
En el tercer nivel, los eventos reales pueden involucrar a terceras personas o a grupos aislados de su propio contexto. Sin embargo, eventualmente habrá eventos violentos continuados que causan un trauma directo tanto en la familia como en la comunidad. Continúa.