La inversión y el empleo a los ojos de Hugo Maúl


Edgar-Balsells

Dice Arjo Klamer en un célebre libro “Conversaciones con economistas”, que esta ciencia es el Arte de la Persuasión: los economistas son unos seres extraños, a quienes muy pocos les entienden, y principalmente en estos entornos de preocupaciones políticas e ideológicas bizantinas. Así, lo que se espera de los temas económicos es la conclusión final, algo maniquea por cierto: ¿es tal o cual medida buena o mala para el bienestar de la gente?

Edgar Balsells


Me agrada entonces que, a partir de unas críticas mías a una posición inicial del economista Maúl, en relación con la controversial iniciativa 4644, más conocida como “Ley de Inversión y Empleo”, él emprenda una segunda columna, que seguramente lo dejó pensando, sobre si sus juicios son legítimos a la luz de los grandes expertos de este tema en el medio, que se agruparon e hicieron representación alrededor de las múltiples comisiones formadas a propósito de esa aventura de consultorías y expertajes autodenominada “Pacto Fiscal”.

Y quien justifica tanto su pensamiento causa sospechas, y Maúl se puso a espulgar  las resoluciones de sus colegas, para determinar si sus propuestas sobre más exoneraciones tributarias, serían hipotéticamente avaladas por  ellos, lo que es  poco probable por el propio desinterés oficial y de influyentes asesores en enfrentar una discusión  seria sobre los grandes dilemas de la política económica actual, con diversidad de ideas y no tan sólo apuntalando el denominado “Pensamiento Único”, tan desacreditado ya.

Cuando este gobierno iniciaba tuve la invitación de Raquel Zelaya de Asies para unirme a un grupo de expertos en el tema fiscal, al que dio en llamársele G-40,  que trataba de retomar el legado del cacareado Pacto, y  la presentación de entrada para empezar la discusión,  se acompañó de una filmina que claramente dice algo así: “recomendamos no más exoneraciones fiscales”. Con ese argumento fue que yo emprendí mi comentario, sobre la iniciativa de ley comentada.

Dice Maúl, como para curarse en salud, que si bien el Pacto Fiscal es ya historia, quienes lo apoyaron en su momento, se sorprenden de que hoy las autoridades de turno vengan a pedir más exoneraciones fiscales. Y luego viene su Doxa: “nuestra situación es extraordinaria, porque nuestros vecinos ya han entregado el alma con exoneraciones, y entonces la emergencia justifica el actuar por ese lado”.
Si uno revisa la literatura sobre políticas de empleo, que es en donde se metió este gobierno y su Ministerio de Economía, con una ley con título tan rimbombante, rápidamente uno se da cuenta que no son las exoneraciones fiscales el principal problema por resolver cuando de desempleo se trata. Estaríamos casi en la prehistoria de las ideas económicas si empezamos con una discusión bizantina de tal calado: los países serios están emprendiendo verdaderos esfuerzos de planificación y coherencia económica y social, para emprender la larga marcha de un acceso de más nivel a los mercados internacionales.

El quedarse con la visión de la urgencia, haciendo a un lado una actuación profesional responsable, que dicho sea de paso debiera ser acometida por el Colegio de Economistas, es tan sólo el reflejo de nuestra fragmentación, y del triunfo de la Doxa, sin mayor fundamento serio que respalde el camino del futuro.