Después de seis años consecutivos de laborar en la empresa de transportes “J.F. Reyes” que mis padres fundaran y desarrollaran a partir de 1945 y de estudiar la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogado y Notario, de cinco a nueve de la noche, en 1968 me encontré ante el requerimiento obligatorio de realizar una tesis que me permitiera concluir mis estudios, graduarme y colegiarme.
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A partir del tercer año de la carrera, habiéndome destacado e inclinado por el derecho constitucional, empecé a adquirir textos con la pretensión que al concluir mis estudios realizaría mi tesis sobre la nutrida historia constitucional de Guatemala.
Al presentar mi propuesta al decano, doctor Luis Beltranena Valladares, me indicó que no consideraba procedente aprobarme dicho tema que el mismo podría requerirme hasta un año de trabajo y que por el contrario, según su opinión, una tesis de licenciatura, como era mi caso, debería de hacerse sobre un punto menos complicado y de preferencia innovador.
En base a la confianza que los miembros de la primera promoción teníamos con las autoridades y docentes de la Universidad Rafael Landívar, le insistí que aprobara mi tema original, que respetando su criterio le presentaría un tema distinto que llenaría los requisitos que él me indicaba, bajo el entendimiento que si él no lo aprobaba aceptaba aprobar el primer tema que yo había planteado. Con cordialidad el doctor Beltranena aceptó lo conversado.
A la semana siguiente le planteé como tema alterno de tesis “Un nuevo concepto jurídico sobre la legislación del transporte extraurbano”, tema sobre el que nadie había efectuado una tesis. La idea de presentar esta segunda alternativa fue mi experiencia y conocimiento, así como mis permanentes lecturas de revistas y artículos relacionados al transporte y a su legislación.
Para mi pesar, el doctor Beltranena aprobó el tema; molesto me dirigí a mi oficina y le planteé a mi excelente secretaria, doña Irma González si estaba anuente a tomar vacaciones y a que yo la contratara para que en la moderna máquina IBM que ella utilizaba, le dictara, le llevara los casetes a su casa, ella los transcribiese y después de la corrección y aprobación por mi asesor de tesis, el licenciado Gilberto Chacón Pazos, en el momento correspondiente, presenté mi tesis a la decanatura para su trámite y aprobación.
Si bien el punto fue original e innovador, su contenido no fue al mil por ciento químicamente puro, por cuanto, parte de la tesis contenía criterios y conceptos que regían legalmente el transporte en el mundo. Señalo esto, no vaya a suceder que alguna persona de esas que se dedican a buscar echar leña al fuego en uno de sus «transes» tan conocidos, como Ricardo Sagastume o Karen Fischer, vengan casi 50 años después a acusarme de no haber citado en mi tesis de forma perfecta todas las fuentes que me permitieron fundamentarme en la elaboración de dicho documento.
¡Guatemala es primero!
Continuará.