Columnas de humo parecen surgir desde las entrañas de la tierra en el cerro Ramaditas, donde gigantescas lenguas de fuego arrasaron la madrugada del lunes más de un centenar de viviendas, lo que eleva a más de 2.500 las casas destruidas y los fallecidos aumentaron a 15, según un informe oficial.
Infantes de Marina se aprestaban a evacuar a unas 700 familias ante el riesgo que sus hogares sean alcanzados por llamas alimentadas por el viento. El ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, dijo el jueves al anochecer que había varios «focos de incendios activos».
Los incendios que estallaron el sábado por la tarde han dejado 15 muertos y no se descarta que las autoridades encuentren más víctimas a medida que vayan sacando los escombros, dijo el jefe de las fuerzas de seguridad, contralmirante Julio Leiva.
Más de 10 helicópteros dejan caer casi sin cesar miles de litros de agua en las quebradas del cerro Ramaditas, además de numerosas personas que limpian la zona donde hasta el domingo se levantaban sus humildes casas y que agradecen una fina lluvia caída en sobre esta ciudad portuaria ubicada 140 kilómetros al noroeste de Santiago, la capital. En la batalla desde el aire participan seis aviones cisterna enviados por Argentina.
«Estamos ante la mayor operación aérea para enfrentar un incendio de esta envergadura», dijo la presidenta Michelle Bachelet, que calificó el siniestro de «un incendio de dimensiones nunca vistas».
Mientras hombres y mujeres removían escombros, centenares de jóvenes caminaban varios kilómetros por empinados senderos cerro arriba con botellas de agua mineral y palas en una escena que se repetía en otros cerros arrasados por las llamas.
Las viviendas calcinadas se convirtieron en escombros que semejan costras de materiales plásticos que ardieron a más de 800 grados centígrados y por doquier se observan pedazos de metal que fueron techumbres, lavadoras y refrigeradores.
Carolina Ovando, una mujer casada de 22 años con tres hijos pequeños, perdió su humilde casa de madera el domingo por la noche y mientras sostiene una frazada de niño en los brazos, con ojos llorosos dijo a The Associated Press: «Vamos a levantar (la casa) aquí mismo. ¿Adónde más vamos a ir?»
El ministro Peñailillo dijo que hasta el momento el incendio ha consumido 1.150 hectáreas de bosques y más de 2.500 viviendas, dejado 11.000 damnificados y provocado 15 muertes. Anteriormente se había informado que eran 14 los fallecidos, pero una persona que regresó a su vivienda al día siguiente de comenzar el incendio y ver su barrio devastado murió de un infarto.
La Corporación Nacional Forestal dijo que los incendios y las brasas podrían seguir activos unos 20 días más.
La ministra de Salud, Helia Molina, firmó un decreto que facilita la asignación de fondos para comprar y entregar medicamentos, contratar personal y reconstruir una posta de primeros auxilios destruida por las llamas.
Los habitantes de los cerros quemados, entre ellos bebés y niños, regresan con sus familiares a las zonas donde antes vivían y respiran los gases que emanan de las pertenencias quemadas.
Veterinarios y estudiantes atienden un puesto fijo y tres móviles para atender a la enorme cantidad de mascotas, perros y gatos afectados por el incendio.
Aproximadamente 25% de los 42 cerros de Valparaíso han sido afectados por las llamas y el lunes era el cerro San Roque el que vivió la agonía que el domingo sufrió Ramaditas.
Bachelet suspendió una visita oficial que realizaría el martes a Argentina y Uruguay.
Poco más de un kilómetro de distancia separa el pie de los cerros del mar. En el centro de la ciudad están los edificios administrativos, la sede del poder legislativo y la Comandancia de la Armada, además de los centros comercial y financiero de la ciudad, de más de 250.000 habitantes.
La mayoría de las viviendas en los cerros han sido construidas por sus habitantes, otras están ocupadas ilegalmente y en muchos casos, como en Ramaditas y La Cruz, sólo tienen electricidad en las casas y calles, pero carecen de agua potable y alcantarillado. La población recibe el agua semanalmente en camiones cisterna.
Expertos urbanistas afirman que ahora se debe planificar una construcción ordenada, con calles y no caminos rústicos, por donde los carros de bomberos se mueven con mucha dificultad y en ocasiones quedan atrapados en el tráfico.