En la práctica profesional de la psiquiatría se utilizan como medios diagnósticos por excelencia, la historia clínica y el examen mental de la persona evaluada que se interpretan según los manuales de criterios diagnósticos. Tal vez no sea la mejor manera de hacerlo, sin embargo, hasta que exista una nueva fórmula, no nos queda más que seguirlo realizando de esta manera. Además, no solo en la psiquiatría se realiza una impresión diagnóstica basada en elementos símiles, también en la medicina en general, la historia clínica de la enfermedad constituye un aproximado de un 80% del diagnóstico que realiza un galeno a determinada persona.
Cuando los psiquiatras hablamos de locura parece ser que las personas lo interpretan como ofensa o como una mala palabra. La locura como enfermedad nos puede calzar a todas y a todos. Algunas veces la familiaridad con la locura nos produce a los profesionales de la psiquiatría un aprieto en su diagnóstico. Sin embargo, considero que es necesario el diagnóstico de la misma, su comprensión desde lo humanitario tanto para la persona que cursa con este tipo de enfermedad, como también para quienes le rodean. Ya que sus conductas pueden repercutir en la calidad de vida laboral, familiar y social.
El término de salud mental ha tenido sus redefiniciones y en conclusión aún se encuentra en construcción. A caso en la sociedad del caos, al que se denomina con un diagnóstico de locura ¿Será la única persona cuerda? ¿Quién no ha tocado la locura o estará por hacerlo? Y ¿Quién es normal? Serían preguntas correspondientes a cuestionamientos realizados por Erich Fromm. La salud mental no puede considerarse de manera estática y tiene relación indisoluble con la salud en general.
Este dinamismo que acompaña a la salud mental es precisamente la posibilidad de ir y venir desde los procesos del pensamiento y demás de manera regresiva hasta actuar con un desempeño social pulcro y aceptable. Se dice que quien no goza de esta posibilidad flexiva, se convierte en una persona psicótica cuando permanece o se mantiene en el polo regresivo o primitivo del proceso del pensamiento y funcionamiento; o en el lado neurótico, al que corresponde al cumplimiento de normas y a la adaptación social a costa de no satisfacer sus propias necesidades.
Así que expreso algunas consideraciones de las cuales estaré segura de que surja cuestionamiento. Pienso que un brinco a la locura nunca está demás, pero con la conveniencia de ir y venir hacia ella cuando nos plazca y no de permanecer allí porque no nos queda otro recurso. De la primera manera la observo sobria y fuente posible de admiración. Pero de la segunda forma, expreso que se convierte en un mecanismo de autotortura para quien la padece y de dolor para sus acompañantes. Pero aun así, la sigo admirando.
A mi modo de ver existen muchas cosas incomprensibles al ser humano, la locura nos da la oportunidad de buscar la lógica de lo intangible e impenetrable. Los delirios-pensamientos psicóticos sistematizados- las alucinaciones, las conductas inesperadas, los sentimientos ausentes, ambivalentes o vívidos y demás, que nos comunican relatos personales en un lenguaje distinto al usual y que aún no alcanzamos a comprender.
Me recuerdo de una paciente que reclamaba por habérsele quitado sus alucinaciones, que los psiquiatras, no comprendíamos que ella las deseaba, que su soledad era tan intensa y que por lo menos sus alucinaciones le brindaban compañía. Es necesaria la visión más amplia de la psicosis desde múltiples perspectivas, brindando una atención humana a quienes la padecen. Atenuando situaciones riesgosas, pero evitando seducirnos por la locura de tal manera, que nos tropecemos con un romanticismo inapropiado para su abordaje.