No seré el primero ni el último que cuando conoce el interior del país se pregunta ¿Qué nos pasa?, ¿por qué teniendo una naturaleza tan próspera, gente trabajadora, capaz e inteligente, rica agricultura, industria de primera y sinnúmero de recursos caemos una y otra vez en que para dirigir los destinos del Estado escogemos solo a gente aprovechada que busca satisfacer sus intereses personales y el futuro de nuestro país le importa un pito?
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Cada día los medios de comunicación están atiborrados de malas noticias, aunque sé muy bien que no hay malas ni buenas sino que son las que simplemente ocurren a diario. De ahí viene la pregunta que hago en el titular y que ojalá algún funcionario nos pudiera responder.
Teniendo el lago de Atitlán, uno de los más bellos del mundo, el sesenta por ciento de sus muelles estén en lamentable estado de conservación en perjuicio propio y del turismo. Resulta injusto e incorrecto que en una cabecera departamental contribuyentes por años al régimen de seguridad social lleguen a primera hora de la madrugada, haciéndole compañía a más de un ciento de necesitados de atención médica hospitalaria, para que llegada la hora de atenderlos una empleada mal encarada salga a decirles que regresen otro día porque el médico de los jubilados no va a llegar a trabajar. No hombre, no hay derecho que se pague más de un millón de quetzales en la compra de frijol negro y arroz blanco solo porque a un grupo de burócratas se les ocurrió cambiar de sistema para su compra.
Tenemos rato que salir a la calle se volvió tremendamente riesgoso. No importa la hora. Antes de las ocho de la mañana, motoristas con o sin casco, con o sin chaleco, pero sí con tremenda pistola le meten dos tiros a un par de patojas y a la hora de dar declaraciones nuestras máximas autoridades son incapaces hasta de ponerse de acuerdo para suponer, inventar o decir la verdad de las causas del asesinato cometido. ¿A quién le creemos más, a una entidad como InSight Crime o STI Consulting que sin tapujos dicen que nuestro país tiene una mala calificación en materia de seguridad ciudadana o a un par de funcionarios que tartamudeando responden la misma cantaleta de estar queriendo hacer lo posible por recuperarla, cuando saben que ni siquiera hemos logrado contar con la cantidad óptima de agentes policíacos por cada cien mil habitantes? Mientras todo esto ocurre, nuestro Presidente discute acaloradamente con quienes sí han tenido buenos resultados combatiendo al narcotráfico porque a él le conviene legalizarla a como dé lugar. ¿Será que nos gusta vivir amolados?