Solís, de desconocido a presidente


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El politólogo, historiador y académico Luis Guillermo Solís, de 56 años y de orientación centrista, pasó de ser un rostro desconocido en la escena política de Costa Rica a resultar elegido para ocupar la próxima presidencia del país.

Por Ernesto Ramírez, San José, Agencia dpa

«Permítame presentarme», era el lema de la campaña lanzada por el propio Solís hace tan sólo cinco meses. Este domingo, quien hasta hace tan poco ponía empeño en darse a conocer a la ciudadanía resultó elegido para la presidencia, tras participar en una segunda vuelta electoral que ha sido considerada la más atípica de la historia del país.

El dirigente, que tuvo un importante papel en la década de 1980 en el diseño de los acuerdos de paz en Centroamérica siendo miembro del gobierno del premio Nobel de la Paz Oscar Arias, inició su cruzada política al frente de la fórmula del opositor Partido Acción Ciudadana (PAC) en 2005, luego de abandonar el ahora oficialista Partido Liberación Nacional (PLN) por desacuerdos internos.

Antes de lanzar su candidatura, ocupó puestos en varias instituciones internacionales. Colaboró con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y fue representante regional de la secretaría para las Cumbres Iberoamericanas de mandatarios.

En octubre de 2013, cuando pocos le daban posibilidades, logró ganar la convención interna del PAC. Sin embargo, sus apariciones en los sondeos de cara a la primera ronda por la presidencia, celebrada el 2 de febrero, seguían siendo débiles.

Entre sus filas la preocupación no era menor: hasta diciembre, Solís no superaba el tercer puesto en los sondeos, liderados por el oficialista Johnny Araya, del PLN, y por José María Villalta, del izquierdista Frente Amplio.

Sin embargo, Solís no arrió banderas. Siguió recorriendo el país con un agresivo equipo de propaganda, y en enero su popularidad comenzó a crecer como la espuma, al punto de ubicarlo al frente de la primera vuelta electoral, si bien sin la mayoría necesaria para ser proclamado presidente.

De cara a la segunda ronda, el centrista siguió adelante con una dura campaña, al tiempo que insistía en la urgencia de «adecentar» la política nacional, combatir la corrupción y luchar por los sectores más desposeídos.

El próximo gobernante es un gran conocedor de la realidad política del istmo y de América Latina en general y se autodefine como un «integracionista por vocación».

El camino para ganar la segunda vuelta quedó prácticamente despejado en la primera semana de febrero, luego del desplome en las encuestas de su contrincante, el oficialista Johnny Araya, quien ante el panorama que le presentaban los sondeos optó por abandonar la campaña política y mantener su candidatura en forma pasiva, ya que por ley no podía abdicar a la contienda.

Aún con todo aparentemente a su favor, Solís, quien en el pasado militó e incluso fue secretario general del PLN, reforzó su programa de visitas a todos los rincones del país, pidiendo más votos para legitimar su triunfo de este domingo.

Hacer un gobierno «responsable» y absolutamente «transparente» en la administración de la gestión pública son los propósitos que expresó el próximo presidente. «No toleraré ningún acto de corrupción en mi gobierno», aseguró el politólogo el sábado, durante un encuentro con la prensa extranjera.

Además, prometió austeridad en el ejercicio de su función y el diseño de programas destinados a favorecer a los sectores afectados por la pobreza, fortalecer el combate al narcotráfico y el crimen organizado y darle «un rumbo de prosperidad a Costa Rica».

Su gobierno no será nada fácil. Su partido está lejos de contar con mayoría en la Asamblea Legislativa, por lo cual tendrá que hacer uso de una gran capacidad de negociación para impulsar sus propuestas de gobierno, que deberá combatir un severo déficit fiscal que golpea desde hace tiempo a la economía costarricense.

Solís asumirá el mando el próximo 8 de mayo, cuando la actual gobernante, Laura Chinchilla, concluya su periodo de cuatro años de gobierno.