Los sábados acostumbro ir a la librería Sophos acompañado por uno o más de mis nietos, miramos qué nuevos libros hay, compramos alguno e invariablemente adquirimos la revista Contrapoder; bajamos al primer piso, nos comemos una hamburguesa o un helado de yogurt. Mientras eso sucede, ojeo la revista.
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Habiendo estado ausente del país, al regresar uno de mis nietos llegó y como una gran muestra de cariño me dijo te tengo un regalo, adivina en qué mano lo tengo, ocultando las manos tras su espalda. Le repliqué, lo tienes en las dos, a continuación sonriente me entregó el ejemplar publicado en mi ausencia, le agregué la de la subsiguiente semana que compré en una farmacia.
Al leer ambas revistas me enteré del “zipi y zape” que se había producido cuando dicha revista publicó un campo pagado que efectuaran “compañeros de maestría y doctorado; compañeros de docencia; colegas abogados y profesionales amigos todos del doctor Manuel Baldizón”, campo pagado que ese medio de comunicación le colocó cruces a siete personas, supuestamente abogados fallecidos. Evidentemente, no debieron hacerlo porque profesionales hay de muchas disciplinas y fue un error pensar que todos los que suscribían el campo pagado eran abogados.
Sin embargo, en un acto de mucha valía y respetando las leyes respectivas, la revista ha reconocido y publicado en el siguiente número su equivocación, señalando “No es falso como informamos sino genuino”, presentando no solo la rectificación y aclaración sino las excusas correspondientes al doctor Manuel Baldizón, quien ha logrado una cobertura pública mucho mayor que la que podría poder logrado el campo pagado de apoyo o sus múltiples vallas colocadas en todo el país. Por consiguiente, intencionalmente o no al final el error se ha convertido política y publicitariamente en un beneficio.
Las personas a las que se indicó como muertas se presentaron ante el Ministerio Público acusando a la dirigencia de la revista de los delitos de “falsedad ideológica, coacción y amenazas”, adicionalmente piden una indemnización de Q30 millones; considero que es inadecuado e improcedente. Distinto sería si se hubieran acogido a la ley de Libre Emisión del Pensamiento y que la revista no hubiera cumplido con observar la ley en las aclaraciones y rectificaciones que expeditamente publicó.
Como hombre público que he sido, son miles de páginas los que improcedente e infundadamente han publicado medios escritos o telenoticieros en relación a mi persona, el mayor ejemplo fue lo que Siglo. 21 denominó “La Conexión Panamá”, en la cual haciendo un refrito de una noticia publicada en Panamá, atribuyeron a mi familia y a mí el manejo ilícito de millones de millones, hecho que indudablemente los dueños del medio indicado en esa época sabían que era falso, infundado pero por supuesto les importaban más sus perversos fines que la verdad. Han pasado muchos años, las comisiones que se nombraron y los tribunales competentes desestimaron la falsa acusación y todavía no se produce ninguna rectificación o aclaración. Eso sí es distinto.
¡Guatemala es primero!