Paquistaní­es y afganos analizan desafí­o talibán


Desmayo. Una mujer afgana cae desmayada durante una protesta por la situación en su paí­s.

Unos 700 jefes tribales y y religiosos afganos y paquistaní­es se reunirán el jueves en Kabul en una «Jirga» (asamblea) con miras a intentar hallar, durante tres dí­as, los medios para combatir de manera más eficaz en ambos lados de la frontera la rebelión de los talibanes.


Los presidentes de Afganistán, Hamid Karzai, y de Pakistán, Pervez Musharraf, inaugurarán esta asamblea, presentada como una conferencia «de paz», cuya organización acordaron en la cumbre tripartita de septiembre que en Washington con su homólogo estadounidense, George W. Bush.

Será la primera vez que responsables de tribus de los dos paí­ses aborden en ese marco la lucha contra los talibanes, según los expertos.

Pero a la cita faltarán los representantes de dos de las siete regiones paquistaní­es fronterizas, Waziristán del Norte y del Sur. Según un lí­der de la primera, que no quiso ser identificado, es en señal de protesta por el incremento de operaciones militares del ejército paquistaní­es en la zona.

Un colega suyo de Waziristán del Sur, Malik Masud Jan Mehsud, pidió la participación de los talibanes, algo que también reclama otro jefe local paquistaní­, Malik Asghar: «La paz es imposible sin los talibanes», consideró.

Un portavoz de estos, Zabihula Mujahid, llamó a boicotear esta reunión «mandada por Estados Unidos».

Por su parte, el portavoz de la Jirga, Mohamad Asif Nang, estimó que se trata de un encuentro «exploratorio», que permitirá «sacar a la luz las raí­ces del terrorismo, los santuarios terroristas, su financiación y apoyos».

Para el ministerio del Interior de Pakistán, en la reunión se determinará una estrategia común contra el terrorismo.

Los ataques de los combatientes protalibanes en Pakistán, especialmente en las zonas tribales fronterizas con Afganistán, se multiplican desde el sangriento asalto hace un mes a la Mezquita Roja de Islamabad, donde estaban atrincherados militantes islamistas fuertemente armados.

Según el diputado afgano Ahmad Behzad, de la provincia de Herat (oeste), la Jirga «no aportará soluciones» porque «Pakistán la aceptó a su pesar, presionado por Estados Unidos».

Las relaciones afgano-paquistaní­es, tensas históricamente, se deterioraron por la cuestión de los talibanes.

Kabul acusa a Islamabad de no impedir las actividades de los extremistas en Pakistán, lo que este desmiente categóricamente.

Sin embargo, el ejecutivo paquistaní­, uno de los tres únicos en el mundo que reconocieron el gobierno talibán de Afganistán entre 1996 y 2001, considera que se trata un asunto interno de los afganos.

Los talibanes fueron desalojados del poder por una coalición militar dirigida por Estados Unidos en el 2001, unas semanas después de los atentados del 11 de septiembre de Al Qaida, aliada de los rebeldes.