No necesitamos viajar en vía de placer al exterior


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Nuestro país tiene bellos lugares de atracción turística propicios para disfrutar momentos recreativos, asaz placenteros.

Marco Tulio Trejo Paiz


La ciudad de Antigua Guatemala y otros lugares del departamento de Sacatepéquez; Panajachel, Sololá, El Petén, con su inmensa riqueza de flora, fauna y arqueología; San Marcos y sus famosas ruinas; Jutiapa, con su exquisito balneario Las Lisas y, virtualmente todos los departamentos de la República tienen centros muy, muy recreativos que brindan a los paseantes solaz esparcimiento; cuentan con servicios de hospedaje y  comidas al gusto de los visitantes.

Mucha gente acaudalada, de la clase media y aun de más  modestos recursos económicos, por razones de negocios, de conocer otros países para trabajar y realizar su sueño de mejores condiciones de vida, saltan nuestras fronteras y cae en otras tierras. Los humanos somos así, dados al trafagar…
 
Sería prolijo mencionar todos los acariciantes ambientes de remanso espiritual, de placer, que tenemos en casa.

Diremos algo únicamente con relación al mundillo “imantado” –retóricamente hablando– que ofrece al visitante la ciudad de Antigua Guatemala, donde estuvimos letificantes un recién pasado domingo inolvidable.         

Nos movilizamos en automóvil en compañía de nuestro primo Tirso Tiberio Trejo y su  gentil esposa Lety, así como de nuestra sobrinaza Raquel Trejo, partiendo de la monumental ciudad de Antigua Guatemala, donde después de circular en sus calles empedradas, nos dirigimos a San Felipe; allá almorzamos deliciosos platitos típicos y bebidas refrescantes, nada de embriagantes…

De San Felipe retornamos a la ciudad de las ruinas y nos escurrimos hacia el sur a lo largo de pocos kilómetros; llegamos a un impresionante paraje donde Tirso Tiberio, que es abogado y notario de buena ley –conste– prestó recientemente sus servicios profesionales para formalizar el matrimonio de un coterráneo afortunado, que trabaja con sus “trailers”.  

Estando cerca la legendaria “city”, rodeada de volcanes y montañas, subimos un sinuoso  caminito perfectamente empedrado hasta llegar a lo alto del Centro de Recreación denominado Cerro de Santo Domingo, sitio en el que hay un paradisíaco gran complejo de elegantes instalaciones, entre ellas salones de convenciones nacionales e internacionales, desde donde tuvimos grata oportunidad de contemplar un extenso panorama verde-lujurioso, a pesar de todo un desfile de nubes blancas, blancas, que se desplazaban en el firmamento. Sentimos, así, un extraordinario éxtasis maravilloso como invitándonos a volver.

El formidable Centro Recreativo forma parte del hotel de cinco estrellas Santo Domingo precisamente. Ha de haber tenido un costo tan elevado como el Volcán de Fuego…

Indudablemente, aquí, en esta Guatemala de la Asunción, tenemos bellísimos lugares como para fortalecer al espíritu con legítimo  orgullo, sin derrochar tanto dinero al saltar al exterior sólo por placer.