No me refiero a los que se indignan cuando, por error, la bandera toca el suelo, los que no faltan a los partidos de la Selección de Futbol o los que llevan con orgullo las antorchas el 15 de septiembre. Me pregunto en dónde están los “patriotas” que se indignan por los asesinatos de campesinos guatemaltecos a manos de los grupos armados beliceños.
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Me pregunto quién se indignó por la muerte de Tomás Desdicho Ramírez. ¿Por qué no hubo manifestaciones con pancartas, gritos y abucheos frente a la Embajada de Belice? ¿En dónde estaban esos que defienden la soberanía, el Estado de Derecho y la independencia? ¿Creen que es un hecho irrelevante?
Seguramente que muchos ni se enteraron de la muerte violenta del campesino guatemalteco, de 26 años, originario de la aldea San Marcos del municipio de Dolores, de Petén, quien falleció en la Reserva Chiquibul en un incidente que implicó a las Fuerzas Armadas de Belice.
Y si no se enteraron fue porque no quisieron, ya que los medios nacionales e internacionales hicieron eco de ese hecho, por el que ya el Gobierno de Guatemala hizo un reclamo a Belice para que realice las investigaciones.
Los que estamos al pendiente del caso esperamos una investigación independiente y sin especulaciones, como las que un diplomático guatemalteco intentó difundir al indicar que Tomás estaba armado cuando fue asesinado -aparentemente, para justificar el incidente-, aunque la fuente de esa hipótesis no era clara.
También se esperaría una investigación de los asesinatos de otros seis campesinos ocurridos desde 2001 y una reacción enérgica de las fuerzas de seguridad para proteger a las familias de campesinos que son víctimas del asedio constante de los grupos armados beliceños en la zona de adyacencia.
Necesitamos que, de ser necesario, los patriotas usen ese famoso puño para defender a los compatriotas, que además de vivir aislados y olvidados por el Estado, tienen que soportar el acoso de los beliceños; llegó el momento de ser consecuentes con el discurso y actuar con patriotismo, aunque oficialmente no estemos en medio de una campaña política.
En general, no encuentro nada malo con que los guatemaltecos expresen su amor por el país y los símbolos patrios; por el contrario, creo que es muy sano y positivo que, sin actitudes radicales, se fortalezca la identidad y solidaridad nacional.
Sin embargo, la identidad nacional tiene que servir para algo; muchos lo tienen claro y dedican su tiempo para construir casas a los guatemaltecos menos afortunados y otros para trabajar como voluntarios en organizaciones de asistencia social, porque de esa forma ayudan al país.
Pero hay políticos y funcionarios que tienen la obligación de proteger a Guatemala y a los guatemaltecos de las amenazas externas, y de ellos no se esperan acciones voluntarias o benéficas, sino el cumplimiento del mandato que establece la ley.
Ojalá que aparezcan los patriotas y defiendan a los guatemaltecos en la zona de adyacencia.