El Ejecutivo de la canciller alemana, Ángela Merkel, aprobó hoy el borrador de la ley que establece un salario mínimo de 8.50 euros la hora en el país.
«De esta manera conseguiremos más justicia en nuestro país y hacer que cerca de cuatro millones de personas reciban el salario que se merecen por su trabajo», afirmó la ministra de Trabajo alemana, Andrea Nahles.
La votación se realizó después de que el pasado 19 de marzo la gran coalición de Merkel con los socialdemócratas (SPD) y la Unión Social Cristiana (CSU) llegara a un acuerdo sobre los puntos más conflictivos.
Los jóvenes menores de 18 años, cargos honoríficos, becarios y desempleados de larga duración quedan excluidos del salario mínimo. En el caso de los desempleados de larga duración quedarán excluidos sólo los primeros seis meses, después de ese tiempo deberán percibir el salario mínimo.
El Estado se hará cargo los primeros seis meses de proporcionar un subsidio a esos trabajadores. El objetivo es fomentar la contratación de estos desempleados. En Alemania existen cerca de un millón de personas que hace más de un año que no encuentran un trabajo.
Desde las Uniones Cristianodemócrata (CDU) y Cristianosocial (CSU) abogaban por fijar en 21 años la edad a partir de la cual se aplicara el salario mínimo. Sin embargo, el SPD no estaba dispuesto a modificar su proyecto estrella.
Tras la luz verde del gabinete de gobierno, la nueva ley será presentada a votación ante el Bundestag (Cámara baja) y el Bundesrat (Cámara de representantes de los Estados federados alemanes).
A partir de 2015 entrará en vigor con alguna limitación derivada de algunos acuerdos salariales y a principios de 2017 deberá ser aplicada en todo el país.
Durante años, Alemania se negó a fijar un salario mínimo por ley y abogó por la autonomía salarial donde los sindicatos eran los encargados de llegar a un acuerdo para fijar salarios mínimos por sectores, como es el caso del metalúrgico.
Sin embargo, el creciente aumento de los trabajos mal pagados y de los conocidos como «minijobs» (trabajos de pocas horas) llevó a los socialdemócratas a convertir el salario mínimo en su principal caballo de batalla en la lucha electoral del pasado año y en las negociaciones para formar gobierno con Merkel.