Juan Pablo II


EDUardo-Blandon-2013

Un día como hoy, en el año 2005, la Iglesia Católica lloraba la partida del Papa Juan Pablo II.  Moría luego de un pontificado de más de 26 años, el tercero más largo de la historia.  Se miraba venir, su debilitamiento era obvio y el pesar invadía Roma.  Muchos años después, todavía queda el buen recuerdo del Papa Polaco.

Eduardo Blandón


Un recuerdo que sin duda hará invadir al Vaticano el próximo primero de mayo, cuando el Papa Francisco reconozca las virtudes de Karol Józef Wojtyla.  Será beatificado no con la urgencia que pedían los fieles (¡Santo Súbito!) en aquellos días de euforia, sino luego de un proceso en el que de todos modos hay un consenso presuroso.
Algo tenía el buen pontífice polaco que hacía que todos por igual, no importando edad, clase social o diferencia alguna, lo siguieran y respetaran.  Fue el Papa del siglo XX, quizá no el único, ni el “magno” como le llamaron algunos, pero sí una de las más importantes figuras.
Su paso por Centroamérica no fue indiferente.  En Nicaragua fui testigo del show que montaron los sandinistas para hacerse notar.  El líder religioso, con suficiente energía aún, supo imponerse a la estrategia sin gusto del gobierno encabezado por Daniel Ortega.  Eran días complicados y su actitud frente a Ernesto Cardenal fue desproporcionada.  Un punto en contra, si se le quiere criticar.
Juan Pablo II, en medio de todos sus talentos, era un fanático contra todo lo que le recordara su Polonia natal, los desastres vividos por los gobiernos rojos.  Así, se mostraba militante cuando visitaba los países que juzgaba totalitarios o marxistoides.  Esa es la explicación de su locura frente al poeta Cardenal y su poca diplomacia mostrada en ocasiones.  Se sentía valiente y profeta, apoyado por las multitudes.
En torno al Papa se han dicho muchas cosas.  Por ejemplo, que su formación intelectual no fue brillante ni suficiente.  Era poeta, sí, filósofo y hombre de teatro, pero nada del otro mundo.  Se critica su silencio frente a la pederastia, su deficiente administración financiera y su conservadurismo (se hizo rodear del Opus Dei y de la congregación de Marcial Maciel, los Legionarios de Cristo), pero también hay muchos que lo respetan y afirman más sus virtudes.
Son esas cualidades las que se reconocerán pronto.  Un hombre a título cabal, con virtudes y defectos.  Aún queda mucho por decir de esa figura fulgurante que pasó por el mundo haciendo mucho bien.