En Venezuela siguen los disturbios callejeros para forzar la salida del presidente Maduro. Preocupado por la Revolución Bolivariana, el imperio ha recurrido al viejo manual de la CIA y a sus omnipresentes agentes para impedir el avance del gobierno venezolano y socavarlo, confiando en que algún militar se anime a tomar el poder. El manual, ya usado en Guatemala, receta acciones para volcar a sectores de la sociedad contra el legítimo gobierno.
Primero, la campaña constante de que el país se dirige a una dictadura, pese a que Chávez y Maduro ganaron todas las contiendas en las urnas. Grandes cadenas de noticias, como CNN y emisoras mexicanas desempeñan su papel, con el concurso de la sometida prensa latinoamericana. Para Estados Unidos, también se incorporan medios como el NY Times y El Diario/La Prensa. Luego se busca un líder carismático para que mantenga el furor de la oposición en el país. En tercer lugar, los agentes, cargados de whisky y dólares empiezan a buscar aliados, no entre la oligarquía y otros sectores de derecha, sus socios, sino que con gente de la clase media –intelectuales, profesores, estudiantes, religiosos, mandos militares y otros—para “motivarlos” y “capacitarlos”.
Se ha conocido que cientos de estudiantes de universidades privadas venezolanas han sido reclutados y entrenados en Europa Oriental para tareas de sabotaje y provocación de las masas; por ello, se dio la expulsión de tres diplomáticos estadounidenses, que deambulaban por universidades privadas “ofreciendo visas a estudiantes”. Parte de la estrategia, apoyada con grandes cantidades de dinero, es “estrangular la economía”, al igual que hicieron Kissinger y Nixon contra Allende en Chile. Mientras, las redes sociales de Guatemala vibran con mensajes de condena al presidente Maduro y mencionan más de 35 muertos, sin explicar que muchos eran miembros de las fuerzas de seguridad o simpatizantes del gobierno y que personas de la oposición fueron baleadas por la espalda.
Muchos se asombran de que esto ocurra bajo el gobierno de Obama, porque ha sido más frecuente bajo los Republicanos, olvidando que la política exterior es bipartidista e imperial. La alianza estratégica neocolonial es con los ricos y sectores poderosos de nuestros países. Vivimos una época de desestabilizaciones, porque el mundo lucha por romper el dominio unipolar ejercido por el imperio. La CIA está sumamente activa en toda la región, tratando de apropiarse hasta de movimientos legítimos, como el de los maestros en Argentina, el de los pobres en Brasil y el de los indígenas en Ecuador; y no digamos azuzando la rebelión en otros países de gobierno progresista.
La desestabilización empezó a operar en El Salvador al día siguiente de la victoria del FMLN. Pienso que los países progresistas de América Latina y el Caribe deben actuar en defensa propia. Primero, fortalecer la unidad continental vía la CELAC. Segundo, presentar un proyecto de resolución en la ONU para condenar las acciones externas de desestabilización. Y tercero, limitar el tamaño de las embajadas y consulados de los Estados Unidos al mínimo indispensable, determinado ese mínimo por los países anfitriones.