El gobierno filipino firmó un acuerdo de paz el jueves con el mayor grupo musulmán del país, terminando oficialmente décadas de conflicto en zonas meridionales del archipiélago, lo que significó un importante logro político para el presidente Benigno Aquino III.
El acuerdo otorga una mayor autonomía política a las zonas de gran presencia musulmana de la región sur de Mindanao a cambio de poner fin a la rebelión armada. Pero no bastará para poner fin a la violencia en una parte del país donde reinan la anarquía, la pobreza y la insurgencia islámica. La aplicación del acuerdo presentará dificultades.
Aquino y los líderes del Frente de Liberación Moro Islámico (MILF, por sus siglas en inglés) presenciaron la firma del acuerdo en el palacio presidencial en Manila. El primer ministro de Malasia, Najib Razak, cuyo país fue mediador en los acuerdos, asistió a la ceremonia.
«Al firmar este acuerdo, las dos partes no han contemplado los problemas del pasado sino la promesa del futuro», dijo Najib. «Después de tantos años de conflicto y tanta pérdida de vidas, es un acto enorme de valentía».
Unas mil personas asistieron a la firma, entre ellas los comandantes guerrilleros vestidos de civil, no de uniforme de combate, que entraban al palacio presidencial por primera vez.
«Durante generaciones, los compatriotas filipinos en la región (sur de Mindanao) se vieron envueltos en un ciclo de pobreza, injusticia y violencia», dijo Aquino. «Para enfrentar de veras las causas fundamentales del conflicto, debemos cerrar la brecha entre la región y el resto de la sociedad filipina».
Algunos enjugaron lágrimas cuando la asesora presidencial en el proceso de paz, Teresita Deles, dijo con voz quebrada por la emoción: «¡Basta de guerra! ¡Suficiente!».
El acuerdo de paz concluye las negociaciones formales iniciadas en 2001. Desde 1997 regía un cese de fuego generalmente respetado por las partes.
Más de 120.000 personas murieron a raíz de la violencia separatista iniciada en la década de 1970 en Mindanao, la isla principal del sur de Filipinas. Allí reside la mayoría de los 5 millones de musulmanes del país, aunque los cristianos son mayoría.
Presidentes anteriores como Corazón Aquino, madre del actual mandatario, trataron en vano de resolver el conflicto, que ha detenido el crecimiento en la región y ayudado a fomentar el extremismo islámico tanto en el país como otros del sudeste asiático.
Otros grupos insurgentes han jurado continuar la lucha por la plena independencia. Uno de ellos es Abu Sayyaf, una red extremista islámica con vínculos internacionales que el ejército filipino combate con ayuda de Estados Unidos.