Recuerdo a un embajador de Taiwán muy querido en Guatemala y que en varias ocasiones tuvimos gratos encuentros, que cuando le pregunté cómo era posible que una nación tan pequeña podía donar grandes cantidades de dinero para realizar obras y al mismo tiempo estar invitando a funcionarios a que los visitaran y que ello demostraba cómo un pequeño país puede económicamente llegar a ser tan poderoso a lo que me respondió con una sonrisa pícara: “nuestro problema es ver cómo nos gastamos los 6 mil millones de dólares que tenemos de superávit”.
Eso ocurrió muchos años antes de que le “regalaran” varios millones a Portillo, Flores de El Salvador y Rodríguez de Costa Rica y otros más que no recuerdo. Obviamente esto que se dio a presidentes de nuestra región se debía a que como decían los mexicanos, no hay General que resista un cañonazo de 100 mil pesos, pero fundamentalmente como una pequeña pero productiva isla puede sobornar, no con centavitos, sino que dos que tres millones de dólares a altos funcionarios que adolecen del mal de la corrupción y demuestra además que no solo en Guatemala, sino en Centroamérica, esa corrupción es el pan nuestro de cada día, de los funcionarios y empleados que están dispuestos en tender la mano. La honradez será algo impenetrable en Centroamérica según parece. Como si tuviéramos un muro de Berlín inmundo y asqueroso que no deja entrar virtudes, sino solo maldades.
Taiwán, nación a la que respeto, metió las cuatro patas con andar sobornando para mantener el escasísimo reconocimiento internacional que aún posee, lo cual en cierto modo, es una injusticia, pues ni modo que no los reconozcan solamente porque la CHINATOTOTA no quiere. Allí están los intereses creados, empezando por los gringos que no se meten con Rusia, como el caso de Ucrania, ni con la República Popular China, madre de todos los ejércitos, armas y pisto y por supuesto, el más grande objetivo económico de los canchitos del norte que no dicen ni pío. Fuera de lo anterior, lo que sí me parece inadmisible es que Taiwán guarde HERMÉTICO SILENCIO y se niega a decir algo en torno a estos casos deleznables de los cuales ya no pueden sacar la pata. Creo que la gente y los países honrados (si los hay) se merecen una explicación.
NO ME HE MUERTO. Como cosa aparte para tranquilidad de mis escasos amigos y alegría de mis enemigos aún no me he muerto. Lo digo porque ya me cayó mal tanta preguntadera de si estoy grave o ya palmé. Nanay, como decía mi abuelita.