La campaña empezó otra vez, bueno realmente, nunca terminó, puesto que los candidatos no pararon en su empeño por mantenerse vigentes y no perder cada espacio, así como aprovechan las enormes debilidades de una institucionalidad electoral que los diputados se encargaron de fracturar, dejando poco espacio para la regulación y encima de ello un tribunal supremo que no puede ser tal, pues depende de las ulteriores decisiones de la Corte de Constitucionalidad.
En ese espacio de vulnerabilidad y facilidades, la campaña se ha iniciado de nuevo, pensando en las elecciones siguientes. Los candidatos vuelven a la carga haciendo uso de todos sus argumentos para recrearnos fantasías animadas, hablando de un país de hadas, enseñándonos cómo con sus varitas mágicas convertirán un basurero en un castillo idílico y así en un sonido mágico y acompañado de polvos dorados y fulgurantes este país es otro, justamente uno como el que soñó Walt Disney.
Empiezan por convencernos cómo ellos son las personas más honestas, cómo ellos con su trabajo han llegado hasta acá, haciendo esfuerzos descomunales y con su sudor permanente y satisfechos de una larga jornada, hoy son lo que son y lo ponen a disposición de nuestra sociedad. No se sabe en este recorrido cómo se insertaron a la cuestión política y empezaron a gozar de las mieles del poder y el dinero empezó a llegar por montones a sus billeteras, activos y fortunas.
Dentro de sus disquisiciones quiméricas no cuentan cómo han comprado a magistrados, a jueces, a diputados, a alcaldes, a fiscales, a funcionarios para asegurarse decisiones que puedan asegurarse el dinero ilícito, sino además con su apoyo doblegar a opositores, a gente decente que les dijo no a sus decisiones, a comprar voluntades.
Tampoco cuentan cómo ellos siendo unas auténticas cenicientas, pasan de la noche a la mañana a convertirse en auténticos potentados, en donde se sabe el origen, pero no los medios ilícitos que les permiten hoy tener grandes empresas de todo tipo, casas que jamás hubieran podido comprar, casas de playa, edificios en las zonas más importantes y ni hablar de sus helicópteros, aviones y carros de lujo.
Es difícil que mencionen que cuentan con más de siete enanos quienes se encargan de movilizar los fondos de la corrupción, quienes llegan con sus bolsas a dejar los reconocimientos a otros o bien arriban con ellos para llevarles el fruto de su esfuerzo y así han construido su castillo idílico y desde ahí nos convencerán de todo aquello que harán con el país, cómo transformarán a la sociedad.
Y vociferarán, se rasgarán las vestiduras, llorarán por el pasado, se desgañitarán en cada tarima, besarán a todos los niños posibles, abrazarán a ancianas y ancianos y así en ese discurrir de mentiras y fantasías, llegaremos al ritual de la democracia para votar cada cuatro años, sin saber que únicamente avalamos a los nuevos verdugos que sujetarán a la sociedad a sus designios y así asegurarán que acá no cambie nada, durante su gestión harán caso omiso de sus promesas para burlarse de todos nosotros y seguir asegurando el uso de los fondos públicos para cimentar sus fortunas sabiendo que el pueblo seguirá aguantando. Ojalá que esta locura quimérica termine pronto y este pueblo no se deje engañar nuevamente por mentirosos fantásticos.