Occidente se preparaba ayer para la votación en Crimea con fin de separarse de Ucrania —y probablemente unirse a Rusia— mientras fracasaban las negociaciones más recientes a pesar de amenazas de fuertes sanciones internacionales y otras penalidades contra Moscú por impugnar a la fuerza el nuevo gobierno pro occidental en Kiev.
Por otra parte, la Casa Blanca informó ayer que el vicepresidente Joe Biden viajará la próxima semana a Polonia y Lituania en medio de fuertes tensiones en la cercana Ucrania.
El viaje es parte de un esfuerzo de Estados Unidos por presionar a Rusia sobre su intervención militar en Crimea, que ha provocado grandes preocupaciones en toda la región.
Biden saldrá el lunes, el día planeado para celebrar un referendo en Crimea sobre si futuro de la península. Estados Unidos afirma que el referendo no debe realizarse.
El vicepresidente norteamericano se reunirá con el presidente y el primer ministro de Polonia y los presidentes de Lituania, Letonia y Estonia. La Casa Blanca informó que los líderes planean discutir formas de apoyar la soberanía de Ucrania y también discutirán los compromisos de defensa de los aliados de la OTAN.
En otro acontecimiento relacionado con la crisis en Ucrania, el Departamento de Estado emitió el viernes una alerta a los ciudadanos estadounidenses en Rusia para que estén atentos en medio del potencial de mayores manifestaciones antinorteamericanas en ese país en relación con la presencia militar rusa en Crimea.
La alerta afirma que los estadounidenses que tengan planes de viajar a Rusia deben evaluar su seguridad personal a la luz de la tensión política y la posibilidad de violencia o acciones contra Estados Unidos o intereses norteamericanos.
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, dijo que Moscú no tomará decisiones sobre el futuro de Crimea.
Estados Unidos y la comunidad internacional no reconocerán el resultado de la votación en Crimea sobre si la estratégica península desea separarse de Ucrania, anunció el viernes el secretario de estado norteamericano, John Kerry, después de seis horas de conversaciones con el canciller ruso.
Kerry hizo estas declaraciones después que Serguei Lavrov reconoció que las dos naciones no compartían «una visión común» de la crisis en Ucrania.
Se prevé que la votación en Crimea, una estratégica península en el Mar Negro de 2 millones de habitantes, respaldará ampliamente la secesión y una posible futura anexión a Rusia. El gobierno en Kiev sostiene que el referendo es ilegal, pero Moscú dice que no reconoce a ese gobierno.
Estados Unidos y la Unión Europea dicen que el referendo en Crimea viola la Constitución ucraniana y el derecho internacional. Si Crimea vota por la secesión, Washington y Bruselas prevén aplicar sanciones, posiblemente a partir del lunes, a funcionarios y empresarios rusos acusados de agravar la crisis y socavar el nuevo gobierno.
Kerry dijo el viernes que durante las conversaciones en Londres había formulado varias ideas sobre la manera de respetar la soberanía de Ucrania y a la vez responder a los temores de Rusia, pero que Lavrov dejó en claro que el presidente ruso Vladimir Putin no tomaría decisiones sino después de la votación.
Lavrov ratificó que Rusia «respetará los resultados del referendo» en Crimea y añadió que las sanciones perjudicarían las relaciones.
«Nuestros socios también comprenden que las sanciones son contraproducentes», dijo el canciller ruso.
Gobernantes europeos y de Estados Unidos han exhortado reiteradamente a Moscú a que retire sus fuerzas de Crimea y deje de alentar a las milicias locales que presentan el referendo como una elección entre restablecer las relaciones con Rusia o regresar a la época de la Segunda Guerra Mundial, cuando algunos ucranianos cooperaron con la ocupación nazi.
El enfrentamiento entre Rusia y Occidente ha sido presentado como una lucha por el futuro de Ucrania, un país de dimensiones y población similares a las de Francia. Buena parte del sector más occidental de Ucrania es partidario de las relaciones con la UE, en tanto en el este priman las relaciones tradicionales y económicas con Rusia. Desde hace meses Putin se esfuerza por devolver a Ucrania a la órbita política y económica de Moscú.
Aunque la cancillería rusa advirtió el viernes que se reserva el derecho de intervenir en el este de Ucrania en defensa de la población rusa que, dice, está amenazada, Lavrov negó que hubiera planes de enviar tropa.
«Rusia no tiene ni puede tener planes de invadir las regiones surorientales de Ucrania», aseguró.
La cancillería rusa dijo que los enfrentamientos de la noche anterior en la ciudad oriental de Donetsk demostraban que las autoridades ucranianas habían perdido el control del país y no podían garantizar la seguridad.