Y después nos quejamos


Editorial_LH

Será muy poca la gente que no ha escuchado alguna vez que los políticos empiezan su campaña anticipadamente y que se pasan la Ley Electoral y de Partidos Políticos por el arco del triunfo junto con las ridículas sanciones estipuladas por tales faltas.


Y no es que vayan a decir que la “ignorancia” del pueblo es la que les permite ser manipulados por los “candidatos” que se presentan como hombres de partido para pedir la afiliación que se ha vuelto tradición para poder burlar el proselitismo adelantado, porque también la “ilustre” población de las ciudades más importantes se presta a ser objeto de la burla, empezando por los financistas.

Pero lo peor es que cuando estamos empezando a ver las caras de los que se ofrecerán como los salvadores del país, no tiene lógica que lo hacen siempre rompiendo la ley como la primera medida para promocionarse. Desde el primer momento están demostrando cuánto es que les importa el cumplimiento de la ley y, después, todavía como sociedad nos damos el lujo de sentirnos defraudados.

¿No será mejor dejar las reglas claras y empezar a condenar a todos los “candidatos” que andan usando disfraces para intentar ganar terreno? Pero eso no lo puede hacer el Tribunal Supremo Electoral sino que tendría que venir con un rechazo contundente de parte de la ciudadanía. Los únicos capaces de poner un hasta aquí, son los electores.

La queja es permanentemente contra los partidos políticos pero, hay que entender, ellos solo hacen lo que la población les permite. Si una práctica les significara una espantosa derrota en las urnas, no lo harían más porque su razón de ser es ganar elecciones mucho más que gobernar el país.
 
Pero como resulta que quienes eligen se pueden aguantar el irrespeto a las normas, entonces después se hace peor cuándo el ganador de las elecciones le toca respetar las leyes de transparencia, rechazar el tráfico de influencias o cualquier otra norma que regule el ejercicio del poder.

Somos un país en el que no solo dejamos que hagan, sino que hasta llegamos a permitir que “nos vean la cara”, como decía el célebre Chespirito.  Nuevamente, como en los últimos procesos electorales, estamos ante una demostración de prioridades: Ganar elecciones sobre cambiar al país. Irrespetar la ley es la mejor muestra de que un cambio radical no se contempla en el corto plazo.

Obviamente, todos ellos “candidatos”, desde sus disfraces de Secretarios Generales, Ministros, etc., no hacen más que demostrar que no están dispuestos a dejar que los otros se les adelanten y, si es necesario, violan la ley para alcanzar sus objetivos.

MINUTERO:
Somos motivo de risa
para cualquier candidato
que hace campaña hace rato
porque robar corre prisa