La senadora estadounidense Dianne Feinstein acusó hoy públicamente a la CIA de interferir en la investigación que realiza el Comité de Inteligencia del Senado que ella dirige sobre el controvertido programa de interrogatorios de la Agencia Central de Inteligencia en la era de Bush.
Según denunció ante el pleno del Senado, la CIA habría retirado documentos y monitoreado incluso las computadoras usadas por el personal del Comité de Inteligencia del Senado encargado de las investigaciones sobre el polémico programa que entre otros usó la práctica de «waterboarding» o ahogamiento simulado en interrogatorios, algo considerado ahora como tortura.
Ello constituiría, advirtió, una grave violación de leyes y garantías constitucionales, e incluso de un decreto presidencial que le prohíbe a la CIA realizar registros y vigilancia domésticas, dijo Feinstein en el Senado.
Asimismo, la influyente senadora demócrata recriminó a la CIA el tratar de «intimidar» al personal de su panel senatorial al haber presuntamente planteado la posibilidad de una acción criminal en su manejo de unos documentos altamente clasificados.
«No hay ninguna razón legítima para argumentar ante el Departamento de Justicia que el personal del Senado podría haber cometido un crimen. Considero esta acción como un potencial intento de intimidar a este personal», denunció Feinstein.
Sus acusaciones tienen especial peso puesto que provienen no sólo de una influyente conocedora de las prácticas más secretas del país, sino además de una senadora que en ocasiones anteriores ha defendido este tipo de acciones y criticado filtraciones como las realizadas por Edward Snowden sobre la vigilancia masiva de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).
Sin embargo, el director de la CIA, John Brennan, negó rápidamente las acusaciones de interferencia de su agencia.
«En lo que se refiere a la acusación de que la CIA entró en computadoras del Senado, nada podría estar más alejado de la verdad», dijo Brenann durante un evento en Washington, aunque según reportaron medios locales no quiso dar más detalles debido a que las investigaciones siguen en marcha.
La senadora abogó públicamente hoy además por hacer público el informe del Senado sobre el controvertido programa de la CIA para «garantizar que nunca más se considerará o permitirá un programa de detención e interrogatorio tan brutal» como ese.
Pero lo que está en juego es mucho más, advirtió: se está en un «momento decisivo» que determinará la capacidad del Congreso en el futuro de «monitorear y e investigar de forma efectiva las actividades de inteligencia de la nación», tema más candente que nunca tras las filtraciones sobre la NSA.
Así lo destacó la influyente organización defensora de las libertades civiles ACLU.
«Feinstein comenzó hoy a reclamar la autoridad del Congreso como un controlador de la rama ejecutiva. La publicación del informe del senado sobre la tortura será el paso siguiente para lograr refrenar a una CIA que ha torturado, destruido pruebas, espiado al Congreso y mentido a la opinión pública estadounidense», agregó ACLU en un comunicado.