Melba Hernández, la «heroína de la revolución» cubana y una de las dos mujeres que acompañaron a Fidel Castro en el ataque al cuartel Moncada, murió anoche en esta capital. Tenía 92 años.
Hernández falleció como consecuencia de complicaciones asociadas a la diabetes, informó hoy el diario oficial Granma.
«Para nuestro pueblo, es una de las más gloriosas y queridas combatientes de la gesta revolucionaria, ejemplo imperecedero de la mujer cubana» comentó el diario, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
Miembro del Comité Central del Partido y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, Hernández era abogada y participó activamente en la lucha contra la tiranía batistiana, siendo de las primeras en integrar las filas del movimiento revolucionario dirigido por Fidel Castro.
Su cadáver será cremado y sus cenizas custodiadas transitoriamente en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, señaló el rotativo sin precisar la fecha y hora de esa ceremonia.
Con su cabello completamente blanco, corto y ondeado, de menuda contextura, Hernández aparecía ocasionalmente en algunos actos oficiales en compañía de su amigo el expresidente Fidel Castro y su hermano el mandatario Raúl Castro.
Ya no tenía poder, pero seguía siendo un símbolo de los rebeldes verde olivo.
Nacida el 28 de julio de 1921, fue una estudiante dedicada que obtuvo los títulos de Doctora en Derecho y Licenciada en Ciencias Sociales.
Cinco años mayor que Fidel Castro a cuya línea política fue fiel durante toda su vida, Hernández se unió a la lucha para derrocar al dictador Fulgencio Batista, que asumió el poder en 1952.
Ella participó en el plan de Castro -entonces un joven abogado- para el asalto al Cuartel Moncada en 1953, hecho histórico que es considerado el inicio de la revolución en la isla.
En aquel entonces incluso consiguió de parte de un sargento del ejército 100 uniformes para los atacantes. Más tarde, el sargento se sumó al movimiento revolucionario.
Junto a la otra mujer involucrada en la operación, Haydee Santamaría, cosieron con sus propias manos las insignias del grupo sublevado. En una granja cercana plancharon las camisas usadas por el grupo.
El ataque resultó un fracaso, muchos de los participantes fueron muertos y el resto, incluyendo los Castro, arrestados.
Las mujeres, quienes esperaban en las inmediaciones para proveer asistencia médica a sus camaradas, también cayeron presas. El hermano de Santamaría, Abel, fue torturado y luego asesinado en prisión.
Hernández y su amiga fueron liberadas unos meses después e inmediatamente organizaron un movimiento de solidaridad para lograr la excarcelación de los varones. Ellas también distribuyeron los escritos de Castro.
La frecuente correspondencia entre Hernández y Fidel Castro, cuando estaba en prisión, demuestra que le daba instrucciones sobre las formas de ayudar al «Movimiento 26 de Julio», nombre con el cual se conoció al grupo en alusión precisamente al día del ataque al Moncada.
Una vez excarcelados los jóvenes rebeldes, Hernández viajó con el grupo y su nuevo esposo, Jesús Montané, a México para desde allí organizar a la guerrilla pero ella no regresó junto con el comando que se instaló finalmente en la Sierra Maestra.
Posteriormente, ayudó a fundar el Partido Comunista de Cuba y se desempeñó como embajadora de la isla en Vietnam y Camboya.
También fue secretaria General de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina, una entidad fundada en Cuba en 1966 para apoyar a las naciones en desarrollo y fortalecer su independencia.
En 1997 Hernández se convirtió en la quinta mujer en el mundo que recibió el premio de derechos humanos «Moammar Gadhafi» de Libia.
Montané precedió en la muerte a su esposa en 1999. No tenía hijos.