La solución para prevenir que las ballenas francas boreales se enreden en las redes para langostas es tan sencilla como cambiar el color de las sogas, según un investigador.
Si las ballenas pueden ver más claramente las redes podrán evitarlas mejor, precisó Scott Kraus, un investigador prominente en el estudio de esa especie.
«Sabemos que pueden ver las sogas. Supusimos que al hacerlas más visibles parecerían señales de tránsito» para permitir que los cetáceos se alejen del peligro, dijo Kraus en el Foro de Pescadores de Maine, un evento anual que congrega a pescadores, reguladores, investigadores y otros interesados en la actividad.
Las ballenas francas boreales, cuyos ojos grandes están adaptados a la escasa luminosidad del océano, podrían ser más sensibles a determinados colores, dijo el científico del Acuario de Nueva Inglaterra.
Kraus y otros investigadores empezaron hace tres años a determinar si las ballenas respondían a algunos colores más que a otros. Tras interceptar a ballenas que se alimentaban en Cape Code Bay, en las costas de Massachusetts, colocaron en el agua caños de plástico de colores en representación de las sogas que amarran las redes de pesca a boyas.
Cuando las ballenas se aproximaban, los científicos medían la distancia desde los ojos de los animales en el momento en que reaccionaban a las «sogas» suspendidas. No todos los colores suscitaron la misma reacción.
En promedio, los estudiosos descubrieron que las ballenas francas boreales respondían más al naranja o el rojo y menos al verde y el negro, dijo Kraus. Los expertos también contabilizaron las veces en que los animales embestían los caños y hallaron que chocaban menos con los pintados de naranja y rojo, agregó.
Aunque las ballenas ven el mundo oceánico en negro y blanco, tiene sentido que puedan diferenciar el naranja de otros colores puesto que los cúmulos de zooplancton con que se alimentan tienen ese color, dijo Michael Moore, director del centro de mamíferos marinos en el Instituto Oceanográfico Woods Hole en Massachusetts.
Moore agregó que el estudio era beneficioso debido a que las ballenas se enredan con frecuencia en las redes de pesca.
Más del 80 % de las ballenas francas boreales presentan evidencia de haber quedado enredadas alguna vez y, en promedio, padecen una nueva cicatriz por esos episodios una vez cada tres años, acotó.