Durante quince años los camiones han transitado por las minas de potasa de Nuevo México y los aparentemente interminables yacimientos petrolíferos, transportando desechos contaminados de plutonio a su destino final, supuestamente seguro, a 800 metros (media milla) de profundidad en los lechos salitrosos de la Cuenca Permiana.
Sin embargo, accidentes consecutivos y una filtración de radiación de superficie que se suponía inconcebible y que dejó expuestos a por lo menos 13 trabajadores cerró indefinidamente el único vertedero subterráneo de desechos nucleares del gobierno.
También plantearon dudas sobre un elemento central del programa del Departamento de Energía de Estados Unidos, que cuesta 5.000 millones de dólares anuales para despejar los desechos que han quedado como remanente de la fabricación de armas nucleares durante décadas.
El problema también pone de manifiesto una falta de alternativas para eliminar materiales contaminados como herramientas, guantes, gafas y trajes protectores de laboratorios nacionales en Idaho, Illinois, Carolina del Sur y Nuevo México.
Ahora que están paralizadas las operaciones en la Planta Piloto de Aislamiento de Desechos, también están parados todos los embarques, el último de ellos de casi 4.000 barriles de desechos tóxicos que el Laboratorio Nacional de Los Álamos ordenó retirar para fines de junio.
La presencia de esos desechos, en algunos casos extraídos de vertederos no herméticos donde reposaron durante décadas en las montañas del norte de Nuevo México y que ahora están almacenados con escasa protección, se conoció públicamente hace tres años cuando un incendio masivo rozó los confines de los predios del laboratorio.
El senador demócrata Tom Udall dice que es imprescindible retirar los desechos antes de que comience la temporada de incendios, aunque es demasiado pronto como para saber si se puede hallar un sitio alternativo donde almacenarlos.
También están paralizadas las pruebas para determinar si se puede expandir el uso del vertedero para que reciba desecho transuránico de menor nivel de los laboratorios de investigación del país.
El secretario ambiental de Nuevo México, Ryan Flynn, dijo que el estado estudiará cuidadosamente las causas de la filtración que dejó expuestos a por lo menos 13 trabajadores y despidió radiación al aire en torno de la planta, antes de respaldar cualquier plan de expansión.
Funcionarios del gobierno, políticos, los contratistas que manejan la mina y funcionarios locales dicen que es demasiado prematuro como para conjeturar cuáles podrían ser los impactos a corto o largo plazo del cierre, o dónde se podría despachar el desecho tóxico, y ponen de manifiesto que funcionaron todos los sistemas de seguridad diseñados para reaccionar en los peores casos posibles, como el desplome de un techo.
«Mucha gente se escandaliza y quiere que lo cerremos», dijo Farok Sharif, presidente de la Sociedad de Desecho Nuclear, que maneja la Planta Piloto de Aislamiento de Desechos. «Sin embargo, no es ese el caso. Hemos diseñado esta instalación para prever este tipo de accidentes y hemos planeado garantías para seguir protegiendo a nuestros empleados y el ambiente y nuestro sistema funcionó tal como se esperaba». De todos modos, nadie sabe qué es lo que causó la primera filtración conocida.