La noticia de hoy no deja dudas: La muerte del Magistrado César Barrientos Pellecer por un disparo de arma de fuego que, aparentemente, él mismo se habría realizado en la cabeza mientras estaba dentro de su vehículo tras haber pedido a su seguridad que le dejaran solo por un momento.
Este hecho es, evidentemente, meritorio de una investigación completa para verificar que no haya ningún cabo suelto y que científicamente se pueda demostrar la hipótesis que se han planteado y, prácticamente, ya ratificado por parte del Ministerio Público y del Instituto Nacional de Ciencias Forenses tras las primeras declaraciones sobre lo sucedido.
Pero más allá de eso, es importante también entender quién fue César Barrientos para no dejar únicamente el mensaje de un Magistrado de la Corte Suprema de Justicia que toma una decisión tan radical como terminar con su vida.
Durante décadas, el doctor Barrientos fue un profesional del Derecho que dedicó su vida y su talento a la construcción de un verdadero sistema de justicia que venciera el monstruo de la impunidad que nos domina en Guatemala. Fue un impulsor de la ética y la práctica en el área procesal y se dedicó al fortalecimiento institucional en los momentos más difíciles para un pleno de Magistrados que han necesitado en muchas oportunidades ser llamados a recordar los principios básicos de la Justicia.
Durante los últimos meses, Barrientos Pellecer enfrentó desde su posición dentro de la Corte Suprema de Justicia la acusación contra un hijo por actos que le involucran a una red de trata de personas. Ante ello, el magistrado expresó su dolor como padre pero, a la vez, ratificó su compromiso con la justicia.
Desde ayer circula la versión de personas cercanas al Magistrado en las que se dice que presiones sobre hechos de corrupción lo habían tenido agobiado, lo que representaría la punta de un iceberg que se había venido construyendo por años. Al final, un profesional dedicado a la construcción de la justicia, en apariencia, encontró un callejón sin salida entre el intento de chantajearlo con un caso personal que debe continuar el proceso normal en los tribunales de Justicia.
Como magistrado, como profesional del derecho, César Barrientos hizo su mejor aporte a Guatemala y debe ser reconocido. Que habrá quienes no compartan con sus posturas, es normal y lógico; pero no puede negarse que Barrientos luchó por mantener la ética presente dentro de las prácticas de la administración de la Justicia y fue un aliado permanente en la lucha contra la impunidad.
Es difícil encontrar personas a quienes se debe agradecer en su paso por las instituciones públicas. Con sus defectos y cualidades, el balance del doctor César Barrientos, lo consideramos positivo y le damos las gracias por su esfuerzo desde esta tribuna porque él fue diferente. A cuántos habrá que explicarles lo que es la dignidad para que, sin justificar medidas tan radicales, entiendan la angustia de una persona íntegra.
MINUTERO:
Adiós al magistrado
que deja como legado
su lucha de integridad
contra tanta impunidad